[dropcap]Ú[/dropcap]ltimas noticias. Para mí quiero decir, para otras gentes más versadas que un humilde y humano servidor no, evidentemente. Es curioso como a algo que llega por primera vez a nuestra vida le decimos nuevo. ¡Mira! ¡Una osamenta nueva de brontosaurio!
El caso es que yo tenía entendido, comprendido e interiorizado que los recuerdos son un tanto granujas, es decir, que la peli que nos hacemos ante una memoria pasada no es el original que pusieron en las salas sino nuestra versión del director a partir de un fotograma. Esto es de primer día de clase de primero de @enelfico, lo de escoger mesa y silla.
Pues no. Es decir, sí, pero no solo es eso. Unos señores que se dedican a investigar cosas que pueden parecer pequeñas por su supuesta inutilidad a la hora de ir al súper o al trabajo o socializar, van más allá para explicar tu memoria. Y la mía.
El proceso que explican sería el siguiente. Verano de milnovecientostantaitantos. Hiciste cosas. Guardaste fotogramas de las cosas que hiciste. Todo bien, lo normal en estos casos. Esta parte es sencilla. A partir del día siguiente podría decirse que todo será medio verdad, no digo mentira.
Como decía al comienzo, cuando recuerdas algo acudes al cajón donde guardas tus cosas de guardar. La imagen, el fotograma, la memoria que de allí escojas será actualizada de forma inmediata, es decir, le darás el movimiento que tu ser y tu estar tengan a bien darle. Si te sientes fuerte lo venderás como una aventura, si te puede la flojera habrá sido una tortura. Permíteme la exageración en la explicación. ¿Qué ocurre con la foto original? Pues lo mismo que cuando te pones a darle efectos o juegas al photoshop y la guardas. Desaparece sustituida por tu trabajo más reciente.
Más tarde volverá a manifestarse el recuerdo y acudirás de nuevo al cajón de los recuerdos recordados. ¿Qué sacarás? ¡Oh, sorpresa! Efectivamente, nunca el original sino su última versión. Volverás a redecorarlo con las pinturas del hoy correspondiente y de nuevo al cajón hasta la próxima visita. Así sucesivamente hasta que desaparezca o bien, hasta que lo que quede del original sea casi una mera coincidencia.
Conclusiones. En adelante será mejor acompañarse siempre del verbo creer cuando te pongas a recordar. Es decir, yo creo recordar, tú crees recordar y así hasta el ellos creen recordar. Este sería un aproximado ejemplo de cómo de seguros podemos estar de todo aquello de lo que estamos seguros.
El cerebro es un especulador, pero por favor, no te enfades con él ni intentes quitártelo. Úsalo, confía en él, pero no está de más que le cuestiones un poco. Tiene por costumbre también, decirte desde tu casa que si no hay nubes y brilla el sol hará calor. Pero no discrimina, te dirá lo mismo en julio que en noviembre. No te quejes, también ha matizado mucho aquella cita por contusión que tuvo tu meñique con la pata de la cama. ¿Te acuerdas?