[dropcap]T[/dropcap]he Crown cuanta la historia del reinado de Isabel II de Inglaterra desde que contrae matrimonio con Felipe de Edimburgo en 1947 hasta nuestros días.
La serie cuenta ya con cuatro temporadas. En la segunda, Salamanca tiene un pequeño ‘cameo’ de tres o cuatro minutos. En ese sexto capítulo de la segunda temporada, la reina Isabel se ve envuelta en un dilema moral y ético en 1959. Se descubre secretos de estado, en los que su tío el Duque de Windsor y su mujer Walllis Simpson habían tenido mucho acercamiento a Hitler en 1936.
La reina Isabel decide pedirle consejo a su ex secretario personal, Sir Alan Frederick ‘Tommy’ Lascelles, ya jubilado, que trabajo para su tío, cuando era Eduardo VIII, para su abuelo, Jorge V y para el padre de la reina, Jorge VI.
Isabel II se desplaza hasta la residencia de su ex secretario personal, Tommy Lascelles se encuentra en ese momento recreando una batalla histórica.
La reina entra en la habitación y cogiendo uno de los soldados dice: «Estás en plena batalla».
-Sí, Señora.
-No digas nada. Con esos uniformes son del siglo XIX.
-Sí.
-Y ese estandarte es del Duque de Wellington.
– Muy bien, Señora.
-¿Es Waterloo? pregunta la reina Isabel.
– Salamanca -responde Tommy Lascelles.
– ¿Y estos? – pregunta la reina.
-Tropas de la III Legión de Infantería de Sir Edward Buckingham.
– ¿Los encargaste tu mismo?
– Son un regalo de su abuelo cuando estuve a su servicio.
Así concluye la conversación donde Salamanca se cuela en uno de los diálogos de The Crown.
La batalla que estaba recreando Tommy Lascelles, ex secretario personal de la reina Isabel, es la de Arapiles, donde el Ejército inglés salió vencedor gracias a la estrategia de Wellington.
La batalla de Arapiles -de Salamanca- ocurrida el 22 de julio de 1812 fue una de las más importantes de la Guerra de la Independencia. Napoleón sufrió una enorme derrota que preludió el fin de su hegemonía en Europa.
Benito Pérez Galdós escribió sobre la batalla: «Los dos ejércitos se clavaban mutuamente las uñas desgarrándose. Arroyos de sangre surcaban el suelo. Los cuerpos que caían eran a veces el principal obstáculo para avanzar; a ratos se interrumpían aquéllos al modo de abrazos de muerte y cada cual se retiraba un poco hacia atrás a fin de cobrar nueva fuerza para una nueva embestida».
Por su parte, Francisco de Paula Garnier le dedicó unos versos en 1813:
Las águilas invencibles
del corso Napoleón
en gallinas las convierte
el inmortal Wellington.
En Arapiles así sucedió,
donde fue abatido el fiero Marmont.
Viva la nación.
La batalla de Salamanca
El Ministerio de Cultura analiza la importancia que tuvo para nuestro país el año 1812, porque fue el año en el que se promulgó en Cádiz de nuestro primer texto constitucional, pero también fue determinante en la incruenta guerra que asolaba España.
Por un lado, Napoleón comenzó el año con los preparativos de la invasión de Rusia retirando 27.000 hombres del territorio español. Por otro, el mariscal francés Suchet rendía Valencia en enero con el aporte de los ejércitos del centro y el norte destacados en nuestro país.
Estas circunstancias fueron aprovechadas por Arthur Wellesley, duque de Wellington, general jefe del ejército aliado destacado en Portugal, para desencadenar una ofensiva total contra los franceses que duraría buena parte del año.
En enero tomó Ciudad Rodrigo a los franceses, lo cual le valió el título de duque de dicha ciudad, pese haber sufrido la población el saqueo de sus tropas. Badajoz fue liberada en abril, aunque igualmente asolada durante tres ignominiosos días por sus batallones.
El 17 de junio ocupó Salamanca y avanzó por el valle del Duero, llegando hasta Rueda (Valladolid). Sin embargo, el ejército francés de Marmont le cortó el paso y le forzó a replegarse hacía la ciudad del Tormes, persiguiéndose ambos ejércitos entre el 7 y 21 de julio.
En un intento de Marmont de flanquear a Wellington antes de que este llegase a la ciudad castellana, el general francés vadeó el Tormes, dispersando sus líneas. Esta situación de debilidad fue aprovechada por Wellington para atacar el día 22 de julio en las llanuras abiertas de Arapiles. El ejército de Wellington, compuesto por 48.500 hombres, destrozó al francés de Marmont, formado por 47.000 hombres.
La batalla de los Arapiles, o de Salamanca como es conocida por los británicos, es una de las grandes batallas de la Guerra de la Independencia y, por extensión, de las Guerras Napoleónicas, equiparándose a la batalla de Waterloo (1815). El ejército aliado, de más de 50.000 hombres, estaba compuesto fundamentalmente por tropas angloportuguesas. España participó con una división de 3.400 hombres, dirigidos por el general, de origen francés, Carlos de España (1775-1839), y los 1.000 lanceros del guerrillero Julián Sánchez “El Charro”.
En el Archivo Histórico Nacional se conserva el parte de guerra que el general España remitió el mismo día 22 de julio desde el campo de batalla y en el que se describen todas operaciones bélicas que “la Providencia se ha dignado bendecir con una completa victoria el valor y los esfuerzos del Ejército aliado”. Ningún ejército francés había recibido una derrota tan contundente desde 1799.
El triunfo aliado, que señaló el principio del fin de Napoleón en su maldita guerra de España, tuvo unas repercusiones inmediatas. Wellington entró el 12 de agosto en Madrid, forzando la huida de José I y su corte hacia Valencia.
Las tropas francesas abandonaban Andalucía y Asturias, retirándose más allá del Ebro y la costa levantina.
Por último, la actividad de las partidas guerrilleras se multiplicó de manera significativa a raíz del éxito aliado. Sin embargo, la campaña del apodado duque de Hierro fue frenada en Burgos en otoño de 1812. El ejército francés pasó a la contraofensiva gracias a los importantes refuerzos que ordenó Napoleón, forzando el repliegue del general británico hacia Portugal.
Pese a ello, la campaña de Wellington cuestionó la imbatibilidad de los franceses, anunciando la catastrófica derrota de la Grande Armée en Rusia.
En la actualidad, el paisaje donde se encuentran los Arapiles ‘Grande’ y ‘Chico’ de esta mítica batalla está considerado como sitio histórico y protegido como bien de interés cultural.
Fuente: Ministerio de Cultura y Deporte.