[dropcap]E[/dropcap]n el camino cristiano que hacemos hacia la Pascua nos está acompañando la magnífica escultura de madera de pino de Valsaín del recordado Venancio Blanco colocada en la capilla del Cristo de las Batallas, que ya estuvo expuesta en las Edades de Salamanca y que el propio escultor tituló como “Cristo volviendo a la vida”.
Comparto todo lo que mi compañero de Opinión Javier Blázquez comenta en su interesante y aclaratorio artículo sobre la trayectoria de esta imagen. Yo, en cambio, quiero detenerme en las ideas teológicas y el planteamiento de fe que rodea esta maravillosa y tan admirada obra del buen creyente y practicante que fue D. Venancio, del que admiré siempre su sencillez, humildad y respeto por todo lo espiritual.
La figura parece representar el momento inicial de la resurrección de Jesús: la tensión muscular de todo el cuerpo, el torso en alza, los ojos abriéndose, los músculos llenándose de vida y movimiento, el pecho volviendo a palpitar en elevación mística…todo muestra a un Cristo que regresa a la vida, a esta vida de este mundo, a la vida terrenal que antes había disfrutado y perdido con su cruenta muerte.
Como capricho del autor, casi como un sueño simbólico, como libertad del artista para plasmar lo que desee me parece loable y está en su pleno derecho de hacerlo. Pero si con la escultura lo que ha querido plasmar es el momento de la resurrección del Señor, creo que ha errado. Resucitar no es volver a esta vida, ni llenar de elan vital un cuerpo ya difunto. La resurrección –la de Jesús y la nuestra- no la podemos concebir como un volver a todo lo que dejamos antes con la muerte. Esto sería una reanimación de un cadáver, como en el caso de la mal llamada resurrección de Lázaro, que es más bien una reanimación corporal: estaba muerto y retornó a la vida de antes.
Resucitar no es eso: es entrar –nada más morir- en el tempo del Misterio de Dios, en la Trascendencia, en un más allá del que sabemos muy poco. Si al otro lado pasa el cuerpo, será transfigurado, muy cambiado. Si se mantienen allá las relaciones humanas será de un modo muy diferente (“non conguntuntur…”) Resucitar no es volver a esta vida (¡a Dios gracias…¡) es entrar en la aceptación de otra dimensión. Es un cambio de chip. Cambio del que ignoramos casi todo. Ya se podía haber estirado algo mas el Cristo y habernos dicho algo de lo que nos espera.
Otro tema es si sabía el propio Jesús que iba a resucitar. Si tenía claro lo que le esperaba. O fue para él, como será para nosotros, una especie de sorpresa y regalo. Hemos de reconocer que las representaciones artísticas del Xto Resucitado, saliendo triunfante del sepulcro, nos han despistado mucho. Su resurrección y la nuestra son otra cosa. Su resurrección es real pero no es un hecho histórico: no sucede en nuestro tiempo y espacio, sino en los planes de Dios. Los discípulos le descubrieron -desde su fe y en comunidad- vivo y a su lado, pero los relatos que hicieron de la Pascua son catequéticos y proselitistas.
Nada de lo dicho desdice de la obra de D.Venancio. Pero seguro que ahora que ya ha resucitado y convive con El, le pondría otro titulo a su inigualable obra. Habrá comprendido que resucitar no es volver a nacer o a vivir aquí y ahora.
Se habrán despejado sus dudas y su búsqueda habrá encontrado respuesta. Que desde el otro lado nos ayude a resucitar antes de morir, que es lo único importante.
2 comentarios en «Resucitar no es eso…»
Por favor, abra usted una biblia y lea.
O al menos deje de llamarse párroco.
Además de abrirla y leerla, que no es poco, hay que saber interpretarla.