Las vacunas hacen que el sistema inmunológico de una persona pueda reconocer y defenderse contra una determinada enfermedad. A día de hoy, a nivel mundial, se están desarrollando más de 200 candidatas a vacunas diferentes frente al COVID-19, utilizando distintas tecnologías.
Cuando se administra una vacuna, el organismo genera defensas conocidas como anticuerpos.
Los anticuerpos reconocen las sustancias que no son propias del organismo (conocidas como antígenos), se unen a ellas y las neutralizan.
Las vacunas tradicionales se basan en administrar el virus debilitado o inactivado contra el que se quiere luchar. El objetivo es que nuestro organismo genere anticuerpos que lo bloqueen.
¿Qué tienen en común las nuevas vacunas?
Las nuevas vacunas hacen que nuestras defensas actúen contra una proteína del virus llamada proteína S, clave para que este se una a la célula humana.
La proteína S encaja en la enzima ACE2 de la célula humana como una ‘llave en una cerradura’, abriendo así una vía de entrada al virus que causa el COVID-19.
¿Cómo funciona cada vacuna?
La Comisión Europea ha negociado varios acuerdos de compra de la vacuna con varias compañías farmacéuticas. Las vacunas desarrolladas son de tres tipos (texto e infografía: Ministerio de Sanidad):