[dropcap]E[/dropcap]n este año tan complicado que llevamos en el que la pandemia ha paralizado tantas actividades, entre ellas las de nuestras asociaciones, la Federación por el Patrimonio de Castilla y León no quiere faltar a la cita en su XIX Día Regional del Patrimonio, 10 de mayo de cada año, reiterando el compromiso de contribuir a valorar, dar a conocer y defender nuestro Patrimonio histórico en sus diversas facetas de arquitectura, tradición, identidad y paisaje.
Las asociaciones para la defensa del Patrimonio Cultural en Castilla y León conocen bien lo que supone esta tarea: continuas acciones en forma de charlas, jornadas de estudio, publicaciones, asesoramiento de expertos, actos públicos informativos, denuncias, artículos en medios de comunicación, escritos bien fundamentados que se remiten a las Administraciones responsables para que actúen en el ámbito de sus competencias, encontrando con frecuencia el silencio como respuesta, la incomprensión o la maquinaria de la burocracia institucional que recela de la participación ciudadana y ralentiza las soluciones.
En este XIX Día Regional del Patrimonio, hemos querido dar protagonismo a uno de los casos más enquistados del Patrimonio de la Comunidad Autónoma: El Bosque de Béjar.
El Bosque de Béjar (Salamanca) es uno de los dos únicos jardines históricos declarados BIC en Castilla y León. Delimitado su entorno de protección en 1995, es propiedad de la Junta regional y del Ayuntamiento bejarano desde 1999.
El Grupo Cultural San Gil, integrante de nuestra Federación, viene defendiendo esta villa suburbana renacentista de sucesivas agresiones contra su integridad y su autenticidad desde 1992, cuando un proyecto de especulación urbanística amenazaba con disgregar su unidad compositiva e histórica. Desactivado aquel proyecto de macro-urbanización (bloques de viviendas, chalés, equipamientos), las agresiones tomaron forma de campo de golf, parador nacional (por dos veces), hotel de lujo o posada real (varias intentonas).
La intervención del Grupo San Gil y de otras asociaciones amigas, con el apoyo decidido de órganos consultivos o entidades nacionales, provocó el desistimiento de cada una de estas amenazas, una tras otra, aunque a costa de un esfuerzo colectivo de años que no ha sido fácil mantener.
La adquisición del BIC por las dos administraciones públicas parecía la mejor esperanza para su recuperación. La redacción de un Plan Director, aunque materializado en un documento claramente mejorable, pareció, sin embargo, suficiente para garantizar una restauración respetuosa. Este Plan Director fue aprobado en 2001 y su ejecución tendría que haber terminado en 2009: veinte años después, la conclusión de los trabajos está lejos de producirse.
Las amenazas para la integridad y autenticidad de El Bosque tampoco cesaron: después de varias campañas de intervenciones adecuadas, impulsadas por la Administración y costeadas con fondos públicos, todo empezó a torcerse a partir de 2008, con la ejecución de proyectos de jardinería tan cuestionables como cuestionados, obras fallidas como las realizadas en el dique del estanque, con el resultado de mayores pérdidas de agua que antes de la intervención; la introducción de chatarra en forma de focos, placas conmemorativas o señalética innecesaria. Añadido a esto, la falta de mantenimiento llevó al Bosque a un estado de ruina que provocó, en 2014, la constitución de la Plataforma para la Defensa de El Bosque de Béjar (PDBB) y la vergonzosa inclusión del BIC en la Lista Roja de Hispania Nostra, de la que sigue sin salir.
La Dirección General del Patrimonio Cultural, Órgano Competente en la materia, no ha cumplido con lo establecido en el Plan Director en cuanto a la declaración de una nueva delimitación del BIC y su Entorno de Protección, ni en la constitución de un Consejo Asesor. No se ha ocupado de la restauración de piezas deterioradas (como la Fuente del Paraguas) y ha encargado proyectos tan lesivos para la interpretación del Jardín Histórico como el recientemente publicitado para la terraza de la Huerta Baja, que a nuestro entender, vulnera el artículo 41.2 de la Ley del Patrimonio Cultural de Castilla y León, marco normativo de obligado cumplimiento para todos.
Nos encontramos así con que lo que parecía ser la solución, la responsabilidad y solvencia de las instituciones, se ha convertido en un mayor problema y dificultad de actuación para las asociaciones que tienen que vérselas con propuestas y actuaciones de la propia Administración que a todas luces no se corresponden con los criterios de integridad y autenticidad que exige un bien de las características históricas de El Bosque, desdeñando evidencias y recomendaciones de especialistas cualificados y objetivos que avisan de la inadecuación de las medidas que se están tomando.
Esta Federación por el Patrimonio de Castilla y León seguirá apostando por lograr la integridad y autenticidad de El Bosque, apelando a la sensibilidad y a la responsabilidad de la Administración Autonómica y respaldando al Grupo Cultural San Gil en su empeño por conseguirlo para todos. Este es un empeño renovado cada día, a pesar de haber transcurrido casi treinta años desde que la especulación y las corruptelas estuvieron a punto de hacer desaparecer este bello rincón bejarano, la única villa de recreo completa del Renacimiento hispánico.
Por: Asociación por la Defensa del Patrimonio de Salamanca