Opinión

Trampantojos de las Viejas

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La exposición 'Trampantojos,...' en la Filmoteca. (Ical / Susana Martín)

 

[dropcap]V[/dropcap]amos, poco a poco, recuperando nuestra vida rezagada. Con más lentitud de la que quisiéramos, pero es obvio que la ansiada normalidad se abre y la vida cultural, aletargada más de un año, se despereza en la ciudad. Leíamos estos días sobre la Filmoteca de Castilla y León, que abría nuevamente sus puertas con una exposición de fotografía y la reorganización de su exposición permanente.

Buena noticia. La Filmoteca es una de esas instituciones que, con bastante discreción, realiza una labor ingente en favor de la cultura y la investigación. Los cimientos los había dejado bien asentados Juan Antonio Pérez Millán, ese andaluz que se hizo salmantino y dio lustre, desde su especialidad, a una institución novel y a una ciudad que, a mediados de los cincuenta, sirvió de referente para la renovación del cine español. Las Conversaciones de Salamanca habían sido promovidas por un entonces jovencísimo Basilio Martín Patino. Ya apuntaba maneras. El cineasta de Lumbrales se comprometió, también desde el principio, con la Filmoteca y allí depositó su increíble colección de «artilugios para fascinar». ¡Qué oportunidad tan didáctica para conocer y estudiar la prehistoria del cine!

Pérez Millán se fue prematuramente y quedó en la memoria la profundidad de su conocimiento sobre el cine, una buena gestión en la Filmoteca -experiencia ya traía- y, aunque munchos no lo recuerden, su integridad, que unos cuantos ejemplos dejó de ello, sobre todo cuando supo decir no a las glorias de los fastos que dieron renombre a Salamanca en el umbral del milenio.

Afortunadamente la Filmoteca ha demostrado ser mucho más que Pérez Millán. Lo hizo tan bien que en la continuidad no hubo nada extraño y todo transcurrió con la tranquilidad deseada, manteniendo el buen funcionamiento. Parecía que Maite Conesa, su sucesora, había sido preparada con esmero para mantener lo mucho que ya se había conseguido. Y efectivamente así ha sido. La Filmoteca sigue cumpliendo con su servicio público de mantener esta memoria histórica, social y cultural que constituyen el cine documental y la fotografía. Y son ya treinta años.

Se percibe en los detalles el deseo de querer hacer bien las cosas. Allí estuvimos, en la antigua capilla de la Casa de la Caridad, la de las Viejas que decía el vulgo. Queda aún la impronta en la pared de ese crucificado tardobarroco tantas veces contemplado en la parroquia de Fátima. Los muros pasaron a cobijar las exposiciones de la Filmoteca. La actual, Trampantojos, es muy sencilla, como las anteriores. Pero quien atiende se desvive por explicar al visitante qué se expone y cuál es su sentido. Hay cariño en la organización, pese a la escasez de medios. Hay ganas de hacerlo bien, de volver a mostrar lo que se tiene para dar a conocer, en este caso, a quienes protagonizaron la escena local al principiar el siglo XX. Venancio Gombau fue el artífice de estas fotos que ahora se muestran, impecables en su ejecución, profundas en su concepción, ambivalentes, con esa interpretación múltiple que surge de la complicidad entre los artistas de la escena y la cámara… Poco a poco.

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