La vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, aseguró que los hogares se beneficiarán de una rebaja promedio en su factura de la luz gracias al nuevo sistema que tarifica los consumos en función de las franjas horarias, “aunque no se tomara ninguna medida”.
Su defensa la formuló en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros donde el Gobierno ha aprobado precisamente dos medidas para abaratar el recibo: la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico y una rebaja en el ‘dividendo del carbono’ a nucleares e hidráulicas por unos 1.000 millones de euros.
Ribera compartió su sorpresa por algunas recomendaciones que “son probablemente exageraciones” para abaratar el recibo de la luz, en alusión a las sugerencias de realizar tareas domésticas a horas inusuales.
“No recomendaría a mi madre que se levantara a las 2.00 de la mañana para planchar ni para atrás. Hay tramos muy razonables para poner el lavavajillas y la lavadora: de 8.00-10.00, de 14.00 a 18.00, de 22.00 a 24.00, y el fin de semana completo; tarifas que son equivalentes a las actuales en esos tramos centrales a primera y última hora de la tarde y tarifas mucho más baratas los fines, los festivos y por la noche”, expuso.
“El efecto promedio probablemente, incluso aunque no se tomara ninguna medida, se produciría una reducción de la factura que pagamos cada uno de nuestros hogares”, garantizó, asegurando que, “si somos cuidadosos, esa reducción es más importante” como también será más cara “si concentramos todos nuestros consumos en las horas más caras del día”.
En opinión de Ribera la nueva fórmula tarifaria “es una propuesta bastante equilibrada” y su variación afectará al 30 por ciento de la factura final, mientras que el resto del recibo depende del mercado eléctrico o de la fiscalidad.
El nuevo sistema tarifario encarece el gasto energético en las horas de mayor demanda y que es cuando también se dispara el coste de su producción precisamente por esos picos en el consumo, lo que obliga a reforzar las inversiones en transporte y distribución. En su encarecimiento influye que debe recurrirse a más producción contaminante para complementar la de origen renovable, con el coste añadido de tener que sufragar los costes de compensación de C02, actualmente disparados.