Investigan en la Sociedad Municipal Aguas de Burgos la destrucción de documentos, que al parecer se quemaron en un contenedor al día siguiente de informar sobre una reorganización interna en el control de contratos, según recoge en su edición impresa del Diario de Burgos.
Ical.- El medio burgalés señala que todas las alarmas se encendieron este miércoles 2 de junio cuando el presidente de la empresa pública, Miguel Balbás, recibió noticias del traslado de documentos internos, sin su conocimiento, desde la sede de la plaza España hasta los almacenes que la empresa pública tiene en la calle La Lora, en el polígono de Burgos Este. “Una montaña de papeles se habría llevado en una furgoneta e introducido en un contenedor de obra al que se le prendió fuego”, apunta el periódico.
Una situación que preocupa en el Ejecutivo local, ya que se teme que estos hechos tengan relación con lo ocurrido justo un día antes. La creciente pérdida de confianza del PSOE y Cs en la gerencia de Aguas y su entorno se había venido agravando en los últimos meses y eso provocó que Balbás mantuviera el martes una incómoda reunión con el máximo responsable técnico y con un mando intermedio de la máxima confianza del gerente. Se le informó a este último de que iba a perder algunas competencias y, más en concreto, que dejaría de gestionar todos los contratos de la sociedad. No les gustó la decisión. Menos que se dijera que esta labor la realizaría en adelante el ahora jefe de Abastecimiento, con quien existe un enfrentamiento de sobra conocido.
En este punto señalan que el miedo a que la documentación destruida contuviera información valiosa provocó que ayer, jueves 3 de junio, Balbás llamara a un informático de Aguas para pedirle que acudiera a la sede de la Plaza España para visualizar las grabaciones y contrastar los hechos. En las imágenes se ve a los operarios sacando documentación de la planta menos 1, donde se encuentra el archivo con la documentación. Buena parte de esos papeles pueden ser antiguos (y su destrucción puede estar amparada por la legislación) pero se quiere llegar hasta el fondo del asunto.
Diario de Burgos apunta que el propio alcalde, Daniel de la Rosa, ha estado informado “en todo momento” y tanto él como Balbás confirmaron ayer que van a “abrir una investigación formar” para conocer lo sucedido, y que incluye revisar el material audiovisual, escuchar el testimonio de las personas que han participado en la destrucción del material, desde quienes dieron las órdenes hasta quienes las recibieron. Al respecto se rumoreaba que se habían dado instrucciones “precisas” de que se vigilara el fuego “en todo momento para que no se apagara”, y se busca conocer si esto es cierto.
El contenedor al que se prendió fuero fue retirado ayer de las instalaciones de la calle La Lora y regresó vacío hasta un solar en el que se almacena material de Aguas de Burgos, en la confluencia de la calle Fernando Dancausa con López Rodó. Se llenó de arena y fue trasladado nuevamente a un lugar que se desconoce.
El Ejecutivo consultó sobre este asunto al asesor jurídico del Ayuntamiento para conocer qué dice la legislación acerca de la eliminación de documentos, y a última hora de la tarde, Balbás comunicó al gerente de Aguas de Burgos su intención de abrir una investigación y, al pedir unas primeras explicaciones este, según relató el concejal, le aseguró que se trata de documentación antigua. Justificó que, en esta ocasión, de manera excepcional, decidió dar la instrucción de que se quemara en un contendor en lugar de hacerlo con la empresa que se contrata habitualmente para este servicio. Balbás adelantó que en los próximos días hablará con los trabajadores a los que se les dieron las instrucciones de llevar la documentación para conocer los detalles y recopilará información sobre los documentos destruidos.
El medio escrito recuerda también que, desde finales del año pasado, el Gobierno de coalición del PSOE y Ciudadanos se ha visto obligado a rectificarse en varias ocasiones para corregir algunas propuestas del área técnica que han generado una importante polémica. Una situación que señalan que ha avivado la “desconfianza de los políticos con la gerencia y su entorno”.