Hablar de Felipe Yagüe Hernández es hacerlo de una leyenda del del fútbol sala en el ámbito internacional.
Es ‘Pipe’ para todos, quien repasa su carrera deportiva y la satisfacción que le produce poder formar a los más pequeños en este deporte, aunque lo principal no es que salga un Messi y sí que todos sean buenas personas.
Recuerda con nostalgia su etapa como jugar, en una carrera que casi duró 20 años al más alto nivel, con el colofón del Mundial logrado un 5 de diciembre de 2004 tras imponerse a Italia por 2-1 en la final del torneo disputado en China Taipei. En la próxima campaña, será el entrenador del equipo senior de Intersala, pero siempre mirando de reojo a la base…
‘Pipe’, de campeón del mundo a maestro de, quién sabe, si alguna futura estrella…
¿De dónde vino tu afición por el fútbol sala?
Todo empezó en el colegio al que yo iba en Peñaranda; nunca he tocado nada de fútbol y desde muy pequeño siempre he jugado al fútbol sala, no he tenido nada más en mente. En fútbol, cuatro pachangas en el pueblo y poco más; siempre fue mucho más atractivo jugar al fútbol sala.
¿Por qué?
Bueno, primero porque no teníamos otra cosa, pero fundamentalmente porque mi profesor de Educación Física jugaba en un equipo de allí y rápido me enganchó para que jugara. Cuando tenía 14 años, jugué un torneo de verano de Peñaranda y desde esa edad siempre he jugado con gente más mayor que yo; y eso me ha ayudado mucho.
De ahí ya pasé a un club federado de Peñaranda para jugar una competición en el ámbito provincial en categoría juvenil, y fue a partir de ahí cuando me venían a ver jugar algunos entrenadores y surgió todo. El que me fue a buscar y me planteó la opción de poder jugar fue Tomás de Dios que entrenaba al filial del Sol Fuerza Salamanca.
Por ello, a los 15 años ya me vine a estudiar a Salamanca (es de Paradinas) y con el instituto ya podía compaginar las dos cosas; entré a formar parte de la cantera del Fútbol Sala Salamanca, Eurocalzados. Había una mezcla de juventud y veteranía muy buena; el primer año aún vivía en el pueblo e iba y venía con algunos compañeros, pero en el segundo año ya vine a vivir a Salamanca.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías ser profesional?
Fue todo muy rápido; hubo un momento en el que cambié el chip y pensé que valía para juygar a esto y decidí dar el 100%. A los 16 años ya debuté en Primera División con el Sol Fuerza y empiezo a ir con la selección de Castilla y León; poco a poco fui entrando en las categorías inferiores de la selección española y con muy buena progresión. Siempre tuve claro que quería dad todo lo que tenía dentro para llegar a lo máximo que pudiese, que por mi parte no quedara nada.
¿Qué equipo te ha marcado más en tu carrera?
La verdad es que tengo un buen recuerdo de todos los equipos; viví buenos momentos en el Carnicer Torrejón Fútbol Sala, con una etapa muy bonita nada más salir de Salamanca. Pero he tenido la suerte de haber jugado mucho en los clubes en los que he estado, gozando de la confianza de los entrenadores. Nunca me costó adaptarme y aprendí muchas cosas de los equipos en los que tuve la suerte de estar. También, de algún entrenador aprendí lo que nunca se debe hacer con los jugadores.
¿Cómo fue tu etapa en Salamanca?
Aquí estuve desde 15 hasta los 20-21 luchando todos los años por no descender, pero había un gran grupo y éramos muy buenos compañeros y amigos. Si no recuerdo mal, el 90% de la plantilla era nacional, con muchos jugadores de Salamanca y uno o dos brasileños; siempre nos jugábamos el objetivo al final de la temporada, pero era muy reconfortarte conseguirlo. Como quién dice, pasé de jugar en el colegio y admirar a jugadores como Paulo Roberto, a enfrentarme a todos ellos. Era la bomba y disfrutaba cada entrenamiento como si fuese el último.
¿Pagaban bien los clubes en tu época?
Salamanca era uno de los sitios más austeros en ese sentido, pero teníamos una ayuda del Sol Fuerza para los estudios, pero en ningún caso para ganarte la vida en ese momento. Cuando salí de aquí sí tuve más suerte y las cosas mejoraron en ese sentido.
Fuiste internacional en 28 ocasiones; ¿qué significó para ti jugar con la selección española?
Es un premio al esfuerzo que vienes realizando y para un jugador, a veces es impensable; me siento muy orgulloso de haber llegado hasta donde llegué y fui un privilegiado, la verdad. Pero no valía con llegar, ya que había que trabajar duro para mantenerse ahí arriba.
¿Qué recuerdos tienes del Mundial de 2004?
Fue la culminación a un trabajo bien hecho; primero di el salto de jugar en el colegio a ser profesional y luego otro más cuando te llama la selección por primera vez en las categorías inferiores. Y ya, con la absoluta ni te cuento, y no solo por haber ganado el Mundial de 2004, que fue algo muy grande, también porque la llamada de la selección es algo increíble.
Sabía que tenía opciones de ir al Mundial porque iba de manera regular a la selección y confiaba mucho en mi trabajo; teníamos un equipo con todas las letras y en se sentido nunca he sido egoísta, jugara o no, ponía todo lo que podía al servicio del equipo.
Ganar un Mundial debe ser…
Si jugarlo ya es la leche, imagina lo que significa ser campeón, algo que solo te ocurre una vez en la vida. Muy orgulloso por el trabajo de todos y una recompensa por cada segundo de entrenamiento desde que empecé a jugar en las categorías inferiores donde tuve que darlo todo.
Llegó la retirada y… ¿hacia dónde enfocaste tu vida?
Me retiré a los 33 años porque empecé muy joven compitiendo al máximo nivel y se juntó un poco todo. Cansancio de los viajes, unos años de bajón económico… y pesó más el hecho de estar con mi familia y no fuera de casa.
La verdad es que no me costó mucho tomar la decisión; eso sí, quise seguir jugando unos años más a nivel no profesional en el Albense, en Zamora en Segunda B para disfrutar más de este deporte, pero sin presión ni nada por el estilo y sin dinero de por medio porque lo hacía por gusto.
¿Y después?
Bueno, después surge la idea de formar parte de un club como Intersala junto a Óscar Jiménez y no lo dudé; me dijo que entrara en este proyecto y me encantó la escuela deportiva donde pudimos trasladas todo lo que nos ha dado el deporte a los más pequeños y los que no lo son tanto.
Cuando dejé de jugar ya tenía el nivel 1 y 2 de entrenador y me formé haciendo varios cursos, también en el tema de la base primero, para poder dar más adelante el paso de entrenar a equipo más grandes o profesionales, es algo que tengo pendiente.
Ahora quiero seguir formándome en temas de cantera y ayudar a los niños, ir quemando etapas poco a poco y cuando me llegue la oportunidad, estar preparado. Estoy centrado en esto porque me encanta lo que hacemos en Intersala, los conocimientos que damos a los niños y hacer ver a los chavales la importancia del deporte, pero no solo por competir, también por trasladar esos valores a su vida social y a su vida diaria. Formar más a nivel personal que deportivo. Puede haber un Messi, sí, pero en Intersala queremos buenas personas.
¿Crees que el fútbol sala ha perdido peso en la actualidad?
En general sí; hubo unos años en los que se produjo un bajón importante, pero poco a poco se fue recuperando un poco más y este deporte tiene mucho que decir. Desde mi punto de vista, el fútbol sala en primeras edades debe ser formativo en todos los sentidos.
¿Qué te aportan los chavales a los que entrenas?
La ilusión de poder seguir en un deporte que ha sido mi vida; me encanta entrenar y no miro la edad que tienen. Quiero conservar la misma ilusión cada día por enseñarles cosas nuevas y que ellos también me transmitan a mí algo positivo. Quiero que sonrían y disfruten sin pensar si ganan o pierden y que terminen el partido o el entrenamiento contentos.
¿Te ha vuelto el ‘gusanillo’ de jugar desde que te retiraste?
Cuando estás a un nivel élite tantos años, el principio es duro de digerir porque el fútbol sala me enganchó desde muy joven y lo llevaba dentro. Tengo la suerte de poder seguir ligado a este deporte con los niños y con eso me vale; pero sí tengo ese gusanillo dentro porque han sido 20 años entrenando cada día, viviendo el compañerismo día a día. Y luego los nervios de la competición, de jugar cada fin de semana; me quedo con los recuerdos de todos esos años más que con los éxitos.
Y ser entrenador de un equipo profesional, ¿es tu sueño por cumplir?
Sí, por qué no; ojalá sea en un equipo de Intersala que vaya subiendo para arriba, pero hay que dar tiempo a las cosas y no tener prisa porque al principio es una rama más formativa y la más competitiva está más arriba. Ojalá sea el día de mañana porque me gustaría entrenar a un alto nivel y quiero estar preparado para ello.
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