[dropcap]L[/dropcap]a peatonalización de las ciudades en las últimas décadas ha supuesto una conquista importante del espacio público para la convivencia. Esta transformación no fue fácil ya que, inicialmente, muchos comerciantes se opusieron al cambio asegurando que les esperaba la ruina y algunos partidos, con una miopía fuertemente acreditada para cualquier cambio, les secundaron y retrasaron el proceso, pero la realidad se fue imponiendo y hoy nadie discute que las calles peatonales son un avance importante y una mejora en la calidad de vida de las ciudades y sus habitantes, además de una mejora medioambiental, al reducir notablemente la contaminación y el ruido.
La recuperación del espacio público para su uso y disfrute por los ciudadanos, para pasear, oír música, conversar, o simplemente pararse a saludar a otros transeuntes, o para el juego de los niños, ha hecho menos inhóspitas y mas habitables las ciudades. Los pequeños inconvenientes que para algunos pueda haber significado el alejamiento de los coches bien han merecido la pena.
Salamanca tiene 40 km de vías peatonales y es posible caminar por calles sin coches desde la escultura de Lázaro de Tormes en el Puente Romano, a la orilla del río, hasta la puerta de Zamora o la Plaza de España y por el camino se puede uno detener a conversar con personajes históricos como Francisco de Vitoria en la plaza del Concilio de Trento, Elio Antonio de Nebrija en la calle Balmes, Fray Luis de León en el Patio de Escuelas, Miguel de Unamuno en Bordadores o Alberto Churriguera junto a la Plaza Mayor, y también con personajes populares como el poeta Adares en el Corrillo o Vicente del Bosque en la Plaza del Liceo. Todo ello mientras pasea libremente observando el resplandor dorado de las piedras de Salamanca con tranquilidad, sin el ruido de los coches y sin temor a ser atropellado.
En los últimos meses y como consecuencia de la pandemia, las ciudades en general, y Salamanca en particular, se han convertido en una enorme terraza. El espacio peatonal se ha reducido por una ocupación progresiva de la vía pública por las terrazas de bares y cafés en formato extendido, que, en muchos casos, han desplazado a los peatones de su espacio habitual de tal forma que, para poder gozar de paseos apacibles es preciso madrugar y, por otra parte, producen una contaminación acústica seria para los vecinos de dichas calles.
Es comprensible el deseo de los hosteleros de buscar alguna compensación a las pérdidas económicas sufridas durante la pandemia mediante la expansión de las terrazas. No es menos comprensible la voluntad de los ciudadanos de salir a la calle y sentarse en esas terrazas que tanto se han echado de menos en el último año, y resulta plausible que los ayuntamientos hayan facilitado ambas cosas.
Sin embargo, podríamos decir que la peatonalización de las ciudades, ganando espacio a los coches, ha sufrido un serio retroceso a favor de las terrazas que deseamos y esperamos sea temporal. Pasado un tiempo prudencial todos queremos que el espacio ocupado por mesas y sillas vuelva a ser el de siempre, para que los ciudadanos podamos seguir disfrutando de lo que es nuestro: las plazas y calles de las ciudades. No será fácil reconducir la situación, habrá quien defienda que permanezcan así indefinidamente, pero más pronto que tarde se abrirán de nuevo las calles para que volvamos a pasear libremente. Salamanca bien lo merece. Yo espero volver a disfrutarlo y que ustedes lo vean.
1 comentario en «Peatones y terrazas»
Bien por el tema, pero el papel todo lo aguanta. La realidad fue, es, y será otra muy distinta. La que estamos presenciando. Y ya estaba instalada de antes. La pandemia es la disculpa para tomar alas y acabar invadiendo todo. La peatonalizacion no se creó para los peatones. Quedaba muy bien eso de peatonalizar, o ampliar las aceras, o abrir y ajardinar plazas, o poner bancos. Pero lo que estaba detras es lo que vemos. Pero eso si, a la poblacion le va la marcha