Franqueando la muralla bajo la Puerta de Amayuelas, se erige imponente la bella Catedral de Santa María, incólume al paso del tiempo, como regio testigo del devenir intramuros de una histórica ciudad fortificada.
Javier A. Muñiz / Ical.- Al oeste de la provincia salmantina, junto a la frontera con Portugal, Miróbriga contempla con cierta inquietud cómo tan singular templo carece, aún dos años y medio después, de un obispo que sirva de guardián de su tierra y garante de su espíritu. Desde principio de año, se suceden en Ciudad Rodrigo las manifestaciones, sociales, culturales y políticas, que reclaman al papa Francisco el nombramiento de un nuevo prelado que evite, como apunta la sospecha, una eventual absorción eclesiástica en favor de Salamanca.
Un asunto que ha trascendido la esfera religiosa y se ha colado en el debate parlamentario, tanto en el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo como en la Diputación de Salamanca y hasta en las Cortes de Castilla y León, donde se han aprobado diversas iniciativas por parte de los grupos políticos para preservar el estatus de la diócesis mediante el nombramiento de un obispo propio.
Sin embargo, no es en manos sino del mismo papa Francisco donde reside la última palabra. De momento, el santo padre ha remitido acuse de recibo del libro ‘Surge Civitas’ que, impulsado por el Centro de Estudios Mirobrigenses, reivindica el asunto. Su presidente, José Ignacio Martín Benito, defendió hace apenas dos semanas en el parlamento autonómico una proposición no de ley en este sentido y obtuvo el respaldo unánime de los grupos.
Martín Benito, miembro de la Real Academia de la Historia, recuerda a Ical que ya en el siglo XIX, en 1851, el obispo de Salamanca lo fue a la vez de Ciudad Rodrigo, manteniendo “una sola cabeza para dos diócesis”. “Entonces el pueblo no se resignó y no paró hasta conseguir uno propio”, comenta el catedrático, mientras establece un paralelismo con la situación actual, vislumbrando el temor de que “si se pierde la cabeza”, de la unidad eclesiástica en este caso, “se acaba perdiendo el cuerpo, de manera natural”.
En síntesis, reclama que “cada rebaño tenga su pastor” porque “es difícil que un pastor cuide bien de dos rebaños”. Una metáfora que ya se plasmó en las calles de Miróbriga hace algunas semanas con la representación de un rebaño de ovejas de cartón que ‘pedía’ al cielo con frases bíblicas un pastor.
Quien también es procurador socialista por la provincia de Zamora, donde es profesor, entiende que la ausencia de obispo “sería el principio del fin” de una institución secular que tiene “cerca de 900 años” y combate, en base a la historia, el argumento que explica en la despoblación la decisión de no designar prelado. “Es una mera excusa porque Ciudad Rodrigo siempre ha sido una diócesis pequeña. Lo es desde el siglo XII. Y también, un territorio despoblado porque, al estar en la Raya, los sucesivos conflictos a un lado y otro de la frontera provocaban diásporas. Es algo consustancial desde hace ocho siglos. De hecho, la ciudad y la diócesis nacen de la necesidad del rey de León de repoblar la zona. Es algo intrínseco a todo el oeste de la actual provincia de Salamanca”, explica.
Por otro lado, Martín Benito, quien afirma que la diócesis está “muy bien saneada”, considera que su permanencia es viable “pastoral, social y económicamente”. De hecho, advierte de que, desde el punto de vista dinerario, la Iglesia “solo se ahorraría el sueldo del obispo”, puesto que “las dos catedrales y los dos cabildos seguirían existiendo, y los órganos diocesanos seguirían siendo independientes”. En suma, se remite a la máxima evangélica que reivindica atención a las periferias. “Si hay una periferia en Castilla y León es el oeste del oeste, en la Raya con Portugal. Siendo consecuente con esa mirada a la periferia de la que habla el papa Francisco, la Iglesia Católica sería coherente si mantuviera la diócesis de Ciudad Rodrigo con un obispo propio, exclusivo y residencial”, reitera.
Sujetar las instituciones
Quizá, según el presidente del CEM, se trate de algún proyecto de unión de diócesis por parte de la Conferencia Episcopal. Algo que ya ha ocurrido en Aragón, donde se ha unido Jaca con Huesca y Monzón con Barbastro, o en La Rioja, donde hasta tres diócesis, las de Logroño, Calahorra y La Calzada, están unidas bajo un mismo obispo. Sin embargo, Martín Benito cree que la situación en la zona rayana es “muy distinta”, desde el punto de vista social y eclesiástico porque ·está en el ADN de la diócesis de Ciudad Rodrigo ser pequeña”, insiste.
El catedrático de Historia menciona, en este sentido, informes de Fernando de Sandoval y Rojas, obispo mirobrigense del siglo XVI que acabó siendo arzobispo de Toledo, remitidos al rey Felipe II en los que le dice que “es una diócesis recogida” y que “el lugar más distante de la capital diocesana no está a más de diez leguas”, unos 55 kilómetros.
Las oleadas despobladoras con motivo de las guerras con Portugal acaecidas, al menos, en dos ocasiones por centuria, han sido sustituidas, ahora que, “por fortuna”, no existen conflictos armados, por un fenómeno migratorio que desde los años 60 afecta a todo el oeste.
“Sujetar la diócesis es sujetar las instituciones”, advierte. Según recuerda, Ciudad Rodrigo albergó la Intendencia de Hacienda hasta el siglo XVIII, fue distrito electoral en los años 20 del siglo pasado, cuando elegía a sus propios diputados, y hasta los 30 acogió al gobernador militar de la provincia. “Lo comparo con una cebolla a la que han ido quitando capas y capas, siempre en favor de Salamanca, y se ha ido convirtiendo en un núcleo pequeño, pero cada vez más duro y resistente”, matiza.
No en vano, el profesor natural de La Encina, en la comarca mirobrigense, afirma que la comunión entre la diócesis y la ciudad ha sido indisoluble desde hace ocho siglos y “no se puede entender la una sin la otra”. De hecho, recuerda que los obispos actuaron como agentes de la Corona para repoblar el territorio. “El rey Alfonso XIX de León entregó al obispo Martín varios castillos en la Raya, que llegaba hasta el Coa, para fortalecer y poblar estos territorios. Eran figuras políticas también en aquel momento. Se trataba de una misma moneda. Por un lado, lo eclesiástico, y por otro, lo cívico militar. Todo uno. Tú no puedes partir una moneda a la mitad”, evidencia.
Para Martín Benito está en juego la “dignidad episcopal” de Ciudad Rodrigo. “Perder una institución secular histórica, cultural, económica y social sería una tragedia para un territorio, ya de por sí, castigado por la hemorragia demográfica de los últimos 40 años.
Por eso, esta resistencia en un lugar, por otra parte, muy acostumbrado históricamente a los sitios, a ser resistente y a luchar por su independencia. Hay que ponerse en el alma de los mirobrigenses, en su memoria colectiva, para entender lo que significan la diócesis y el obispado. Está por encima de las creencias y de la fe religiosa. Los católicos con más razón todavía y los que no lo son también lo sienten como algo propio, como algo que forma parte del ADN de las gentes de este lugar”, sentencia.
Dos falacias
El en el seno de las comunidades de la diócesis de Ciudad Rodrigo, entre sacerdotes y religiosas, por el momento reina la tranquilidad. De hecho, fuentes diocesanas afirman a Ical que “no existe ningún riesgo de que desaparezca” y que llegará un nuevo obispo, aunque no sepan “de qué forma ni cuándo”. Creen que lo que ha habido es un número «muy reducido» de sacerdotes que han creído conveniente “alertar a la población”.
Después, los políticos y otras instituciones han hecho “causa común”, pero califican como “triste” que el movimiento se fundamente en dos falacias. “Una, que no hay obispo, contradiciendo el hecho real de que no ha faltado ni un instante, afrontando toda clase de situaciones difíciles, Y, en segundo lugar, que la diócesis va a desaparecer. Lo cual es una falsedad manifiesta”, recalcan.
Así pues, desde la diócesis de Ciudad Rodrigo niegan la mayor para poner en valor el trabajo del actual administrador apostólico, Jesús García Burillo, quien se ha hecho cargo este tiempo de las labores propias del obispo, aunque no descartan la unión pastoral con Salamanca. Si bien respetan todos «los deseos, las necesidades, opiniones y propuestas» transmitidas al papa a través del nuncio apostólico desde Miróbriga, sí critican “la insistencia repetida” durante el último año.
“El método que la Iglesia propone es el de la consulta responsable y luego, confiar en que el Papa decidirá lo más conveniente. Cuando las reivindicaciones se hacen de forma masiva, insistente, y en ocasiones con malos modos, desprecios o insultos, es evidente que nos estamos saliendo del camino recto”, valoran fuentes de la diócesis.
No en vano, desde el respeto “absoluto” a las administraciones públicas y a los medios de comunicación, en el seno de la institución mirobrigense “llama la atención” que una pequeña diócesis, cuyo funcionamiento es independiente del poder civil, se convierta en motivo de debate en las Cortes de Castilla y León o en el Ayuntamiento. “Las cuestiones internas de la Iglesia deben resolverse en el ámbito eclesiástico”, recalcan. Por contra, lo que perciben es que las parroquias de los pueblos están “tranquilas”, los no practicantes “ajenos a esta cuestión” y “los cristianos de verdad no participan en el movimiento reivindicativo”. “Al parecer, la ciudadanía está bastante más tranquila de lo que algunos pretenden demostrar”, sugieren.
Aunque desconocen la razón por la que nombramiento se haya dilatado ya dos años y medio, recuerdan que hay más diócesis inmersas en un proceso similar y deducen que es una cuestión de tiempo, ya que se requieren “múltiples estudios y consultas” para la provisión de obispo. Y más, tras la pandemia.
“El papa mismo se ha encargado de enviar un obispo de larga experiencia pastoral, precisamente para que la diócesis esté bien atendida, cuidada y defendida”, afirman fuentes diocesanas, y añaden que “son muchas las personas que se le acercan a diario y le piden que se quede”. Finalmente, recuerdan que el nuncio visitó Ciudad Rodrigo cuando llevaba «tan solo unos días en España» y creen que necesita tiempo para hacerse cargo de “los innumerables problemas que se agolpan en su despacho”. “Estas razones parecen evidentes. Solo hace falta abrir los ojos para verlas y entenderlas”, zanjan.
Asunto ‘de película’
La incertidumbre sobre esta cuestión de índole pastoral ha trascendido de tal manera que las reivindicaciones propias de algunos mirobrigenses han encontrado singulares embajadores entre miembros destacados de la cultura. Es el caso de la popular actriz Assumpta Serna y su marido, el actor escocés Scott Cleverdon, que de rodaje en Ciudad Rodrigo con la productora Stellarum Films de Pablo Moreno, alzan su voz por un obispo.
“Creo que la cultura debe tener muchas caras, muchas ideologías. Y aquellos convencidos de sus creencias, tienen que salir a contarlas, sobre todo si parten de un bien común, como es este caso. Respecto a mi activismo, es simplemente humano. Yo no le digo a los responsables de la Iglesia lo que tienen que hacer, no entiendo suficiente. Lo que si sé, porque me he dedicado a ello toda la vida, es leer, escuchar a las personas y reconozco la verdad en las historias que me cuentan”, comenta a Ical la actriz barcelonesa.
Espoleada por los pasquines y las pancartas en las calles, por lo oído en los comercios y lo conversado con personas del lugar, Serna reivindica el poder de decisión de las gentes mirobrigenses. “Es curioso que los humanos, después de siglos de existencia, tengamos todavía prejuicios y no sepamos escucharnos. Es curioso defender ideas pensadas en despachos lejos de la tierra de uno, sin conocimiento. Creo que es mi responsabilidad, en lo que pueda, devolver a la tierra lo que la tierra y sus gentes me han dado tan generosamente y sin esperar nada a cambio”, afirma. La actriz enarbola el interés por revitalizar la España “olvidada y repoblada” y se siente en deuda con Ciudad Rodrigo, que define como “un signo de paz”.
La intérprete apunta asimismo la relación entre la diócesis y la cultura que se promueve en Miróbriga. “No creo que sea mera casualidad que hombres y mujeres de la Iglesia de Ciudad Rodrigo hayan sido capaces de apoyar o incluso de poner en marcha proyectos de gran trayectoria cultural. Se nota ese amor y respeto profundo por las manifestaciones culturales, por las exposiciones, por todo el cariño de preservar aquello que fue y que forma parte del ser de sus gentes”, valora.
En definitiva, Assumpta Serna aboga por luchar por “esta zona tan pobre de Europa”, como es la Raya con Portugal. “Mantener una institución de tantas raíces como la diócesis de Ciudad Rodrigo es encender una luz en medio de la escena, es poner un altavoz simbólico en una zona, que según he percibido, está muy acostumbrada al despojo. Me gustaría decirle al papa Francisco que haga un gesto valiente y mantenga lo que las gentes de esta zona piden. Es un gesto que honraría a la Iglesia, una muestra de que ella no abandona lo que ya está muy abandonado por muchos”, concluye.