[dropcap]T[/dropcap]ras muchos años recibiendo cada mañana a los alumnos de las Siervas de San José, Maripaz, la portera de las Siervas de San José se despedía este viernes entre vítores y lágrimas de sus niños.
Maripaz es una figura de autoridad querida y respetada por todos, aunque como exalumna confesaré que nos daba bastante miedo.
Ni en el comedor ni el patio se le escapaba una, temblabas si la oías gritar desde la otra punta del patio tu nombre, aunque la satisfacción cuando te daba un caramelo o un abrazo eran equiparables. Con el tiempo aprendimos que esa sensación no era miedo, se trataba de respeto, el mismo que sientes hacia tus profesores o tus padres.
Cuando te dolía la barriga, muy habitual en las clases aburridas, bajar a la portería y tomarte una manzanilla con Maripaz era la mejor medicina. Era la primera persona que veíamos por las mañanas, y cuidaba de los niños tanto dentro como fuera del colegio, si sus padres se retrasaban, nos vigilaba hasta mientras nos lavábamos los dientes y no nos dejaba jugar con el agua. Fueron pequeñas cosas, que se quedan grabadas en la mente de un niño, hasta hoy.
Muchas gracias Maripaz.