…como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Gabriel Celaya
Hay días en que el aire no existe.
Mineros de la desolación,
respiramos entonces sustancias escondidas.
Roberto Juarroz
[dropcap]P[/dropcap]erdona, ¿te conozco de algo? ¡Ah! Disculpa, … ¡es que con la mascarilla no te reconocía!
Hemos aprendido a fijarnos en los ojos de las personas tratando de descubrir quien se ocultaba tras esa mascarilla que se cruzaba en nuestro camino y nos saludaba. Si siempre se ha dicho que los ojos son el espejo del alma, nunca antes esta expresión ha tenido tanto valor como durante la pandemia: ojos de miedo, desconfianza, incertidumbre, ansiedad, tristeza, curiosidad, ojos que miramos, ojos que nos miran…
Ahora corremos el riesgo de asombrarnos al ver nuevamente los rasgos del rostro completo de las personas, tanto de aquellos que conocíamos pero que hemos olvidado, a fuerza de no verlos, como de los que hemos conocido durante la pandemia y no hemos tenido oportunidad de ver su cara completa.
Hoy ha dejado de ser obligatorio el uso de mascarillas en el exterior, de lo que todos nos alegramos, pero cabe recordar que sigue siendo necesario su uso en espacios cerrados y que, tanto en el interior como en el exterior es preciso mantener la distancia de seguridad, porque esto no ha terminado y para no volver a vivir la pesadilla es necesario extremar la prudencia. No olvidar que el miedo cuida la viña. Existe una regla que se titula dos de tres para saber cuándo hay que utilizar la mascarilla. De forma gráfica encabeza este artículo. ¡Hágale caso!
Tras el anuncio por el presidente del Gobierno de dicha medida hace una semana se han sucedido las reacciones. Uno aún creía, de buena fe, que no habría oposición a una medida que estábamos deseando todos, pero las reacciones de los políticos acostumbrados a llevar siempre la contraria producen hilaridad por previsibles: no se oponen a la medida, pero su discurso se ha llenado de peros: si, pero no; aún no es el momento, siguen existiendo riesgos, no se ha consensuado, se hace por electoralismo… El esperpento puede ser máximo si el coro de negacionistas se significan ahora a favor de usar la mascarilla, que todo puede suceder en la viña del Señor: en Estados Unidos parece que ya lo están haciendo y en otros lugares muchos gurús que han denostado la vacuna durante todo un año, recomendado el yoga como alternativa, se la han puesto en cuanto les ha llegado su turno.
Creo que todos estamos deseando disfrutar del placer que significa respirar trece veces por minuto que escribió Gabriel Celaya en La poesía es un arma cargada de futuro, y queremos hacerlo sin mascarilla, a pleno pulmón, bebiéndonos el aire, y también deseamos sentir la brisa y el sol acariciar nuestra cara, queremos volver a ver caras conocidas y caras por conocer, y ese momento ha llegado. Debemos hacer todos un uso responsable de esta libertad para evitar volver a situaciones como las ya vividas. Por favor, disfrute sin mascarilla en el exterior, pero manteniendo la distancia de seguridad y, al entrar en espacios cerrados, no olvide ponérsela, utilice el gel desinfectante y mantenga la distancia de seguridad.
1 comentario en «Sin mascarillas»
Hoy, que debería ser un día de alegría, escucho a esta «chusma» de políticos con sus políticas partidistas creando mas dudas sobre el uso de la mascarilla. Reniego de toda esta gentuza que nos ha tocado sufrir.
Gran artículo Miguel Barrueco, como siempre.