[dropcap]B[/dropcap]ienvenido a la columna dedicada al yoga. En verano ya sabes que cambiamos un poco el colorido y este lo vamos a dedicar a una nueva sección: “Conversaciones con maestros yoguis”. Y qué mejores maestros que vosotros, para enseñarnos vuestra experiencia y camino yogui. Gracias.
Comenzamos:
¿Nos dices tu nombre y tu edad?
Soy Andrea Martínez y tengo 26 años.
¿Cuánto tiempo hace que practicas yoga?
Año y medio, desde septiembre de 2019.
¿Por qué fuiste a yoga la primera vez? ¿Cuál fue el motivo que te llevó a la esterilla?
Llevaba desde verano de 2018 con ataques de ansiedad continuo, me diagnosticaron ansiedad generalizada con agorafobia y mi hermana me dijo:“tienes que ir a yoga, vas a conocerte mejor y relajar tu cuerpo”. La verdad, lo necesitaba; mi cuerpo ya no me pertenecía y necesitaba ubicarme de nuevo.
¿Cómo es tu vida con yoga en tres palabras?
Felicidad, asertividad y fortaleza.
¿Y en más palabras…?
Un nuevo estilo de vida hizo una nueva Andrea, me hizo aprender a apreciar las pequeñas cosas y los pequeños detalles. Y que poner el piloto automático no era la solución, ni no sentir. El yoga me hizo fluir.
¿Cómo sería tu vida sin yoga?
Lo primero sería difícil, sería volver a sentirme una oveja más en el rebaño, sería volver a poner al límite mis capacidades. Me sentiría vacía porque es una parte de mí. Es un hábito y los hábitos es difícil o casi imposible quitarlos o vivir sin ellos.
¿Qué le dirías a alguien que está pensando en comenzar a practicar yoga?
Que no lo piense, que no se trata de ser la más flexible del mundo ni que haya que tener un cuerpo de escándalo. Si no que solo hace falta voluntad, un cuerpo y una esterilla. Empezarás a ver que siempre hay otro punto de vista, que tus compañeros y tu profesora siempre harán lo mejor por y para ti. Es una manera de desconectar para volver a conectar.
¿En qué ha cambiado tu cuerpo con la práctica?
Se ha expandido, es como cuando inflas un globo, mi cuerpo estaba deshinchado sin vida, y se ha hinchado, vuelve a flotar y a tener elasticidad y flexibilidad. Pero, más allá de eso, la respiración me permite controlar mis estados ansiosos, aprender a que puedo ser consciente de ella y poder manejarla para que actúe como calmante. Asimismo, más allá de la exterioridad corporal, mi parte interior se ha llenado de luz, de alegría, de tener ganas de vivir y de ponerle ilusión a todo lo que hago. Mi cuerpo ha cambiado: se ha llenado de amor, de compasión y de valentía.
¿Cómo está tu mente desde que practicas yoga?
Mi mente sigue saltando como un mono, pero poco a poco estoy intentando focalizar; focalizar la mente en ese momento concreto en el que estoy. Pero está aún en modo aprendizaje, menos salvaje que antes, sí, pero aún queda por trabajar el rumiaje: esto es, intentar no darle tantas vueltas a mis acciones (si he hecho algo mal, si habré decepcionado a alguien con alguna de mis acciones, intentar no re-victimizarme, etc.). Pero el yoga le ha enseñado a mi mente: paciencia, no todo se consigue en un día, hay que esforzarse que tu mente evolucionará.
¿Lo que más te sorprendió de esta práctica milenaria?
El no-juicio, parece una tontería, pero vivimos en la época del juicio, de la comparación, de que hay que intentar llegar lo más lejos posible sin contar las consecuencias. Llegué a la práctica de yoga y nadie te juzga, solo te guían y tú debes ponerte tus límites y escuchar a tu cuerpo. El no siempre se llega a todo, en definitiva.Y, también, la no-violencia contra tu cuerpo y tu mente, no hablarte mal ni hacerte daño porque quieras llegar a una postura que tu cuerpo no permite.
Muchísimas gracias a todos los maestros y maestras y a vosotros por estar aquí. Que tengas un buen día y cuides tu energía.
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