Ser el menor de once hermanos debe ser un chollo… o un infierno, según se mire. Para el protagonista de esta entrevista ha sido un orgullo y un privilegio, aunque en algunos momentos haya tenido que sobrevivir.
Su ejemplo sirve para dar significado a lo que es el fútbol, un deporte que es la pasión de sus hermanos y de su padre, que fue jugador y entrenador, y les metió el ‘gusanillo’ de este mundo a todos ellos. En esta primera parte de una amena conversación analiza su vida en el fútbol, sus inicios y todo lo que significa este deporte para él. En una segunda entrega, su proyectos en Unionistas será el protagonista.
Dani Mori (Cangas de Onís, 19-08-1976) vive por y para el fútbol y en estas líneas hace un repaso sobre su carrera, sus inicios y por qué tiene tanta pasión por un deporte que le lleva a creer en el trabajo como arma por encima de todo; no es mala carta de presentación.
¿De dónde te viene la pasión por el fútbol?
Toda mi familia es futbolera; mi padre fue jugador y entrenador en Asturias (son de Cangas de Onís) y fue el que nos lo transmitió. Somos once hermanos, yo soy el más pequeño y todos somos futboleros. Algunos jugaron al fútbol y otros no; uno, Pirri Mori, lo hizo incluso en Primera División con el Atlético de Madrid.
El menor de 11 hermanos… no se aburrían, ¿no?
Ser el más pequeño te hace sobrevivir (sonríe); era el pequeño y la verdad es que hemos disfrutado mucho porque somos una familia muy unida y siempre me arroparon mucho al ser el más joven de todos. He aprendido mucho de todos y somos una familia, con lo que esa palabra significa.
¿Qué significa el fútbol para ti?
Es mi pasión; tengo la suerte de trabajar en lo que más me gusta y lo hago con mucho cariño. Me decidí a trabajar en esto a pleno rendimiento, siempre esforzándome al máximo y me siento un privilegiado; agradezco al fútbol todo lo que me ha dado.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías ser profesional de este deporte?
Empecé a los 21 años gracias a un entrenador con el que coincidí en un momento de mi vida y que ya murió (Emilio Tuya) y que me comentó la opción de hacer los cursos de entrenador porque me veía claras capacidades para ejercer como tal. Incluso fue él el que me llevó a hacer las pruebas y desde entonces estoy ligado al fútbol; comencé desde abajo, con alevines, infantiles… he pasado por todas las categorías y a los 24 años ya tenía el nacional.
¿Crees que es necesario haber sido jugador para ser entrenador?
No he tenido carrera como futbolista y creo que soy mucho mejor entrenador de lo que era como jugador, creo que escogí el camino bueno. No tengo una trayectoria profesional como futbolista y no me arrepiento de ello, no tengo pena por no haber sido jugador ni creo que sea imprescindible para entrenar. Sí que te da vivencias y experiencias válidas y hay ex jugadores que son buenos entrenadores.
Yo tenía inquietudes por aprender, me formé mucho, leía libros y traté de aprender al máximo de los entrenadores que me ayudaron, ser una esponja. Mi ilusión es seguir y cuanto más arriba, mejor.
¿Qué sueño tienes como entrenador?
Siempre miro hacia arriba; si puedo llegar a entrenar en Primera División sería algo increíble; uno siempre debe pelear pensando que puede aspirar a lo máximo y lucho cada día por ser mejor.
Hablando con otros entrenadores, la mayoría piensa que el fútbol no da tiempo a los proyectos. ¿Es así?
Hay que adaptarse al fútbol actual tal y como lo conocemos ahora; la clave es adaptarte a los malos momentos para poder superarlos. Fíjate que estamos en una pandemia y nos hemos ajustado a lo que nos ha demandado; nos ha cambiado la vida y nos hemos adaptado a todo ello.
Creo que cuando empiezas un proyecto ya pones todo de tu parte para que funcione y lo que hay que intentar es adaptarse lo más rápido posible a todo, conocer las características del club y que los jugadores estén orgullosos de lo que ven, y viceversa. Es necesario darle forma cuanto antes y luego ya te deben salir las cosas… el fútbol vive deprisa, pero el mundo también.
Y memoria… ¿cuánta tiene el fútbol?
Yo vivo el trabajo diario, no miro mucho más allá ni para atrás; la experiencia al final te la dan los años para que puedas solucionar cosas y errores, además de afrontar cada vivencia de una manera diferente; también es bueno relativizar las cosas. Hay que dar pasos adelante y mirar para atrás solo para recordar tus vivencias y ver cómo las has solucionado. Lo que te vale para un equipo o un jugador no te vale para otro.
¿Cómo empezó tu carrera en los banquillos?
Tenía vocación por el fútbol formativo y hasta hace no mucho he estado especializado en esta función. He coordinado, he entrenado y he llevado la metodología en escuelas y academias de varios clubes y me gusta mucho esta parte del fútbol. Estar en la grada y ver un partido de infantiles es maravilloso y es un placer haber trabajado en ello; ahora he orientado mi profesión hacia el fútbol senior y profesional.
En el fútbol base, lo más importante es transmitir el método a los niños y ahora lo que hay que hacer es llevar la competición en vena cada día, preparar entrenamiento, partidos, sentir a la afición, emociones cuando ganas y pierdes un partido… esto me da la vida y tiré por esta rama ahora porque la competición me llama.
Tu etapa en los clubes de fútbol senior, ¿cómo ha sido?
En la Peña Deportiva estuve en dos etapas y estoy muy agradecido por la confianza que me dieron; en un proyecto en el que estuve logramos el ascenso a Segunda B. De allí me fui al Real Mallorca para hacerme cargo de las categorías inferiores y he trabajado también en escuelas y canteras del Real Madrid o el Sporting de Gijón. Después, el tiempo me llevó a Santa Eulalia y estoy muy agradecido a todo el mundo del pueblo por lo que pude compartir en la isla.
Luego llegaron Gimnástica de Torrelavega, Langreo y Mérida…
En la Gimnástica de Torrelavega estuve pocos meses cuando el equipo estaba mal e intenté echarles un cable; peleamos por todo hasta el final con el apoyo de la afición y fueron unos meses muy intensos y positivos.
En Langreo, confiaron mucho en mí para volver a casa después de muchos años porque hice mucha carrera en las Baleares; fue una buena temporada y construimos una plantilla nueva con mucho trabajo, pero llegó la pandemia y nos dejó sin saber hasta dónde podíamos a ver llegado. Gracias a ese trabajo me llegaron muchas opciones y elegí Mérida.
Allí fue una experiencia muy positiva porque la afición me acogió genial y hubo buena comunión; el Romano rugía mucho y solo tengo palabras de agradecimiento.
Y llegas a Unionistas, ¿qué esperas de tu etapa aquí?
Espero estar bien, es lo principal; cuando me llamó Toni me dijo lo que quería de mí y por eso me ha traído a este proyecto, algo que me llena de orgullo porque en España hay muchos entrenadores. Por eso, que te llamen y se fijen en ti es muy bonito y quiero trabajar cada día para devolver la confianza y que la afición esté orgullosa del equipo.
Todos los entrenadores que ha tenido Unionistas hasta el momento son asturianos… ¿tiene Asturias algo especial?
(Ríe). Será coincidencia, imagino; yo ya conocía a Toni de antes y hemos hablado mucho de fútbol y sabe cómo es mi manera de trabajar, por lo que ha debido ver en mí algo interesante para entrenar a Unionistas. Salvo Langreo, no he estado vinculado a Asturias en el fútbol y ojalá pueda hacer grandes cosas como hicieron todos mis antecesores; soy otro asturiano más.
¿Crees en la suerte en el fútbol?
Son dinámicas, rachas… pero no me paro mucho a pensar en estas cosas; en lo que sí creo es en el trabajo y cuando vienen mal las cosas, lo importante es tener aplomo y paciencia para que vuelvan a salir las cosas y recuperar la confianza. Hay que tener perseverancia y determinación y creo que hay que poner el foco en lo que depende de uno mismo, no en otras cosas.