[dropcap]P[/dropcap]retendemos en esta escuela que ninguno de nuestros alumnos quede atrás en el aprendizaje de conceptos e ideas. Nuestro objetivo no lo marca la calificación a firmar por mamá o papá, sino la integración de las cosas del saber, sobre todo en aquellos conceptos de interés tangencial para la Educación oficial. En definitiva, aquí se tratan los aprenderes, no tanto las cosas.
La materia a reforzar hoy es el egoísmo. Ese señor tantas veces interpretado en su literalidad que, en ocasiones, nos obliga a un rechazo también literal. ¿Qué es el egoísmo? Dícese en nuestro idioma que no es otra cosa que un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés sin cuidarse del de los demás.
Leído así, aquel que pretenda ser una persona de bien hará todo lo posible por mantenerse fuera del alcance de tal actitud. Malo. Sin peros. Sí, pero…
Decimos esto ya que en esta organización encontramos en cierto modo peligroso eliminar la idea del egoísmo en su totalidad. Apostamos por adaptarlo y negociar un matizado sentido para un uso empoderador (qué pereza de palabra) con unos ligeros cambios. Y es que a veces, como sucede con las grandes citas, el fogonazo nos permite ver la luz únicamente y nos ciega ante lo que pretende iluminar.
Su definición es tan maligna que cabría interpretar que hay que ser lo contrario. Cosa de nuestras bipolaridades de serie. Tan poco estético nos parecerá querernos desmedidamente y atendernos sin cuidarnos de los demás que la tortilla puede llegar a darse la vuelta ella solita. Al minuto nos parecerá lo propio dejarnos de querer tal y como somos para atender al interés de los demás. ¿Suena mejor este contrario?
¿Y si permitiéramos nacer un buen egoísmo? ¿Qué sucedería si con reflexión o tippex o goma de borrar boli le quitáramos a esa definición un par de cosillas?
Egoísmo: inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés sin cuidarse del de los demás.
Con esos tachones y lo que sabemos del colesterol quizá pudiéramos comenzar a cambiar el mundo. Sí, colesterol.
Todos sabemos gracias a ese yogur bebible de los anuncios que si te pasas de 200 estás por encima del umbral de lo adecuado. Es menos conocido lo que pasa si es demasiado bajo, pero entre los riesgos se describen cosas tales como la ansiedad o la depresión…
Por encima del nivel máximo de egoísmo recomendado serías un tirano con un marmoléico sistema cardiovascular. Por debajo, tus constantes te abandonarían al vasallaje.
¿Me lo compras, Paco?