[dropcap]B[/dropcap]ienvenido a la columna dedicada al yoga. En verano ya sabes que cambiamos un poco el colorido y este lo vamos a dedicar a una nueva sección: “Conversaciones con maestros yoguis”. Y qué mejores maestros que vosotros, para enseñarnos vuestra experiencia y camino yogui. Gracias.
Comenzamos.
¿Nos dices tu nombre y tu edad?
Soy Patricia y tengo 45 añazos.
¿Cuánto tiempo hace que practicas yoga?
Pues no lo sé con seguridad, pero diría que unos diez años…
¿Por qué fuiste a yoga la primera vez? ¿Cuál fue el motivo que te llevó a la esterilla?
Anteriormente había practicado pilates, lo que me ayudó mucho con problemas de espalda y cervicales… Pero me acabó aburriendo un poco, me parecía que le faltaba algo (aunque entonces no sabía lo que era). Así que me decidí a probar con el yoga, principalmente por hacer algo de ejercicio, trabajar la flexibilidad y seguir cuidando la espalda.
¿Cómo es tu vida con yoga en tres palabras?
Jo, ¡qué difícil! Jajaja. Consciente, amable, presente.
¿Y en más palabras…?
El yoga me ha enseñado a estar concentrada en el presente, a ser consciente de cómo estoy en cada momento. Al principio, ocurre solo en la esterilla. Ese ratito mágico y liberador en el que lo paras todo y solo importa cómo respiras, cómo te mueves, cómo te sientes. Vas aprendiendo poco a poco qué te sienta mejor o peor. Aprendes también que no puedes hacer lo mismo todos los días; que a veces estás muy concentrada y tranquila, y otras mucho más dispersa de lo que creías… Que hay días que tienes mejor equilibrio, o más o menos fuerza, que no siempre estás igual de flexible. Y, sobre todo, aprendes a aceptarlo y a trabajar con ello. Sin tanta exigencia, partiendo desde donde estás. Con la práctica continuada, todo esto empieza a extenderse fuera de la esterilla también, y empiezas a ser consciente de cómo estás en el trabajo, dando un paseo, al irte a dormir… Con el yoga no solo me siento físicamente mejor, como si mi cuerpo fuera un cuerpo mucho más cómodo de habitar. También mi mente es más cómoda y amable; conmigo, con el entorno, con los demás.
¿Cómo sería tu vida sin yoga?
Pues seguramente mucho más rígida y ‘oscura’. Por las breves temporadas en las que he dejado de practicar, sé que no solo me muevo como Robocop, (risas), también me afectan mucho más las cosas cotidianas, y es más fácil perder el centro y la visión, dejarse llevar.
¿Qué le dirías a alguien que está pensando en comenzar a practicar yoga?
Que no lo dude y que pruebe; que lo haga con la mente abierta y que busque un buen maestro que le pueda transmitir lo que es el yoga de verdad.
¿En qué ha cambiado tu cuerpo con la práctica?
Como decía antes, es un cuerpo mucho más cómodo. Es más flexible, más fuerte, más libre en sus movimientos.
¿Cómo está tu mente desde que practicas yoga?
Más centrada y menos juiciosa. Más conectada con la realidad, y un poquito más manejable… Menos mandona (a ratos, risas).
¿Lo que más te sorprendió de esta práctica milenaria?
Cuando empecé sabía poco del yoga. Creo que lo que más me sorprendió fue descubrir lo completo que era, la forma de unir el trabajo físico con el mental y el espiritual. Antes había practicado también meditación. Me encantó comprobar que, en realidad, más que una práctica física, era una meditación en movimiento.
Maravilloso. Muchísimas gracias a todos los maestros y maestras, y a vosotros por estar aquí. Que tengas un buen día y cuides tu energía.
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