[dropcap]E[/dropcap]n el medio está la virtud, casi nunca la verdad. Se guarda mejor en los límites, los extremos, donde solo cabe una realidad. La límite. La extrema. La de verdad.
Habitar el medio deja margen a ambos lados, es la orilla quien avisa del cambio de estado, agua, firme, vacío. Dónde más probabilidad existe de caer o encallar. Donde más caros son los tropiezos, donde más importan la fuerza y el equilibrio.
La comodidad engaña, miente y engatusa. La comodidad trastorna la necesidad. La comodidad anestesia. La comodidad te apaga. La comodidad es narcolepsia. La comodidad descentra y desubica. Estar en medio nos dice que vamos cuando solo somos llevados. La comodidad dice que sí a todo. La comodidad invita y luego te pasa el albarán o la receta.
Desde el centro aceptas porque te muestra alternativas a ambos lados. Te hace sardina en latita de conserva. Dura, pero nunca es fresca.
Imagina una situación límite y averigua si darías la misma respuesta. Hay un pan más rico en una panadería situada más lejos. Sabes que existe una posibilidad mejor pero te hace falta escalera. Si escarbas encontrarás más oro del que crees que deseas, tus uñas terminarán rotas, quizá te sangren un poco las yemas.
Bien está a medio camino de lo mejor y de lo peor. Entre aprobar y suspender. Entre la deficiencia y la excelencia. Entre el aplauso y la queja. El bien es mediocre, busca la manera de huir del mal y se conforma con una pequeña recompensa. El “podría ser peor” es basura, un “al menos no tengo sed” basta y lo compensa.
Es en el extremo donde no podemos ser ayudados. Es donde solo existe la cosa donde la cosa tiene significado. Es donde solo hay sed donde el agua es la única respuesta. Es donde solo hablas de amor donde se te responde si lo recibes y lo has dado. Solo cuando solo importa el respeto puedes saber si respetas y eres respetado. Solo reduciéndolo todo a lo que necesitas y quieres puedes averiguar si tienes lo que necesitas o si necesitas lo que tienes.
Antes del frío buscamos abrigo. Sabemos también buscar la sombra para no sudar.
No hace falta llegar o habitar el límite para encontrar una buena verdad. Basta con pensar en ello y en nada más. Es suficiente darle peso de última decisión a todo antes de actuar. Citarse a solas, sin nada más antes de decidir. Que cada cosa sea la última cosa. Sin mirar hacia los lados, sin pensar hacia atrás.
Desgajar la cadena, sin dejarte condicionar, sin que haya nada que te pueda templar. Solo tú y la cosa. Sin pero, sin de paso, sin además. Es solo ahí donde te puedes definir y encontrar. Solo tras dudar.