[dropcap]E[/dropcap]n 1973 sacamos a concurso la urbanización de las Plazas de Santa Eulalia y San Cristóbal. Con los años habían sufrido una gran degradación. Santa Eulalia había albergado el antiguo edificio de correos, con un precioso patio neoplateresco.
Se derribó unos años antes de nuestra llegada al Ayuntamiento. Isidoro González Gallego, director provincial de Educación, compró el claustro al derribista y lo instaló en su chalet del Montico, en Tordesillas. Cuando se va a Valladolid se puede ver rodeando la piscina de la casa.
Hace unos años me llamó para ofrecerlo al Ayuntamiento. Julián Lanzarote no quiso saber nada del ofrecimiento que se le hizo a través de Pedro Pérez Castro. Sin embargo, logramos exponer en la plaza un gran escudo que se guardó en el Ayuntamiento y que al recuperar el ágora colocamos en una de sus esquinas. Espero que algún día el claustro pueda estar en el lugar de donde nunca debió salir.
La Plaza de Santa Eulalia tenía también un edificio que se introducía en ella, junto a la calle Azafranal. Logramos su derribo y la ampliación de la plaza. La medianería quedó al descubierto y Fernando Fernández de Trocóniz, con buen criterio, mandó decorarla con una pintura de grandes dimensiones, dulcificando el espacio.
La Plaza de San Cristóbal estaba rodeada de edificaciones ruinosas y de infraviviendas. Un árbol seco en el centro de una gran extensión de tierra de superficie irregular, una iglesia románica en ruinas y la ermita de la Misericordia degradada trasladaba al paseante al medievo. Con muy difícil topografía, decidimos que para urbanizarla teníamos que convocar un concurso para acertar con el proyecto.