Cuando llegó a la Consejería de Sanidad, Verónica Casado ya avanzó que una de sus apuestas era trabajar por el refuerzo de la Salud Pública y Comunitaria.
Ical.- “No tenía ninguna duda”, pero tampoco necesitaba ninguna demostración, que empezó con la carne mechada y tuvo su máxima eclosión con la COVID-19. De momento, avanza que quiere aumentar las plantillas, pasar de cinco a 18, y lograr que las plazas resulten atractivas para poder cautivar y fidelizar a los profesionales.
“Vamos a intentar adaptar los recursos humanos a las necesidades reales, que estos profesionales sean reconocidos tanto en salario como en reconocimiento profesional al mismo nivel que sus compañeros, para que el sistema asistencial no sea el único o principal objetivo de los profesionales que se dedican a la salud pública, y que estas plazas resulten atractivas para poder cautivar y fidelizar a los profesionales”, manifiesta en ‘Los desayunos de Ical’.
Reconoce que a la pandemia se le deben pocas cosas, pero encuentra algunos beneficios, como el avance en los sistemas de información que han llegado para quedarse y que mejorará mucho las actuaciones futuras en otros campos. “Ahora mismo tenemos unos sistemas de información de salud pública muy buenos, que van a ser aplicables a todo”, reconoce, para explicar que uno de los objetivos fundamentales desde que se inició la pandemia ha sido reforzar los recursos humanos, pero la falta de especialistas está siendo un limitante a la hora de reforzar sus profesionales, de ahí la necesidad de acreditar nuevas plazas.
Añade que para potenciar la Salud Pública es precisa una ley nacional actualizada, compromiso del Gobierno centras desde mayo 2020. No se cansa de pedirla, como tampoco se cansa de exigir una ley de pandemias, que ya se está planteando Europa, porque “¿va a ser la última?”, y es necesario contar con un marco ante cualquier cualquier emergencia nuclear o química. “Nos lo tenemos que plantear en serio”, porque, ahora, con la globalización, “una cosa aparece en Wuhan y lo tenemos en todo el planeta”, sentencia.
La sexta
Lo dice también ante el temor de una sexta ola y en medio de un quinta, que comienza a dar un respiro, pero que “ha sido terrible”, incluso con la vacuna. En todo caso, duda de que en septiembre, con inmunidad de rebaño ya, pueda regresar la nueva normalidad, porque hay escapes vacunales y aunque la inmunidad es muy alta, no es al cien por cien, hay gente hospitalizada y en las ucis con las dos dosis.
Estar vacunado no garantiza no tener la enfermedad, de hecho se piensa ya en una tercera dosis, y pueden llegar nuevas cepas. “Hay demasiados interrogantes para pensar que nos vamos a librar del COVID-19”, sentencia.
“Va a seguir estando entre nosotros”, pese a que en España hay una buena cobertura, en parte, debido a que no está generalizada en el resto del planeta, y, como decía un virólogo alemán, precisa, “el virus más tonto es más listo que todos los virólogos juntos, es capaz de adaptarse muy rápido”.
Desconoce el impacto de esta sexta ola y si será la de los niños, en cuya vacunación ya se trabaja, pero lo que sí tiene claro es que todas han tenido un denominador común: el aumento de la movilidad y el contacto social. También, que cuanto antes se actúe, mejor.
Tres tipos de estrategias
En este sentido explica que en la batalla hay tres tipos de estrategias: la de los países pasivos, que no han podido o no han querido enfrentarse al Covid, como ocurrió al principio en Estados Unidos, Brasil y Suecia; la de Europa, que pasa por la mitigación, es decir, por la toma de medidas cuando aparece, y esto tiene exceso de mortalidad e implica un golpe para la economía; y una tercera, la más agresiva, que aminora el daño por haber ido al riesgo cero, como ha ocurrido en Australia, Nueva Zelanda o China. “Decir que con esta estrategia nuestra, que es más de mitigación, que vamos a acabar, pues no lo sé”.
Lo que sí sabe son las medidas que han funcionado, entre las que defiende el toque de queda y todas aquellas dirigidas a reducir los contactos. Recuerda que con el primero se logró bajar en espejo la curva, de modo que si en cuatro semanas se multiplicaron por 12 los contagios, en el mismo tiempo se logró reducirlos a los mismos niveles.
Aprendizaje
Concluye que si algo ha aprendido en estos 17 meses es la capacidad de resistencia que tiene el ser humano, y la resilencia y plasticidad del sistema sanitario, cómo con 160 camas uci se ha logrado llegar a las 500 y un hospital ha dedicado la mitad de las camas a una única patología, y cómo se ha reconvertido el sistema para intentar tamponar la sangría de la pandemia, y cómo Castilla y León se ha convertido en un área única.
“Teníamos claras debilidades” que se han reconvertido en retos: la importancia del desarrollo de las nuevas tecnologías de la información; contar con una legislación; y la necesidad de implementar sistemas de información en salud pública.
Por último, su gran descubrimiento ha sido su equipo, que se “ha dejado la piel”, dedicando muchísimas horas a horas “intempestivas”. “La respuesta ha sido magnífica. Tengo un equipo de profesionales de chapó”.