Opinión

Las cicatrices del silencio

colegio
Foto: Ical / Archivo

[dropcap]M[/dropcap]e gustaría pensar que este año la vuelta al cole será distinta. Que no habrá niños y niñas llorando por tener que volver a situaciones que nunca eligieron. Que vivir silenciados será algo que quedó en un pasado ya lejano y que cerrar los ojos es algo que solo haremos para dormir.

Y me gustará pensarlo, pero sé que no.

Volvemos a las aulas y seguiremos poniendo tiritas donde hay heridas. Curando cicatrices que no pudieron sanar y con el paso del tiempo vuelven a asomar con fuerza, entre potentes sombras que recuerdan que hubo tiempos mejores.

La niñez y la adolescencia son etapas que deberían ser recordadas con una sonrisa en los labios y no con una lágrima en los ojos. Las carteras deberían llenarse de lápices de colores y no de cuadernos rotos.

Y me apena pensar en vidas rotas, en infancias robadas y en momentos que deberían ser y nunca estarán.

Derechos humanos vulnerados vilmente sin que haya ni consuelo ni explicación. Esos Tratados ratificados y esas bonitas Leyes que en ocasiones brillan por su ausencia.

Al igual que las explicaciones, simplemente excusas, que no pueden jamás convencer, porque nunca se podrá entender que el interés sea siempre más grande que la verdad y la justicia.

Me gustaría pensar que este año la vuelta al cole será distinta. Que no habrá niños y niñas llorando por tener que volver a situaciones que nunca eligieron

Hablar de educación, con una vuelta al cole próxima, se vuelve necesario cuando seguimos viendo que las “cosas de críos» se siguen normalizando. Banalizar acciones y disculpar situaciones acaba creando auténticos dramas humanos.

Vuelve a mí una frase dicha por una persona muy docta en la materia: “La violencia forma parte del ser humano, por eso es tan difícil acabar con ella». Una frase que contestó a mi curiosa pregunta.

Reconozco que me hubiera gustado quitarle la razón, pero con el tiempo me voy dando cuenta de que quizás la próxima vez que lo vea, humildemente, tenga que admitir que tenía toda la razón y que la equivocada era yo.

Quiero pensar que llegaran tiempos mejores en los que este triste “guion» solo será un argumento de una mala película en una sobremesa donde el mando a distancia estará a disposición de cualquiera que quiera cambiar el canal y lo haga.

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