El Oeste, del barro a la vanguardia de Salamanca

Hoy es la zona cultural de referencia, pero tiene una historia secular
Barrio del oeste
La Plaza del Oeste.

El origen hay que situarlo en el arrabal del camino viejo de Villamayor, hoy avenida con el mismo nombre. Por aquí entraba el grano de la provincia al granero de la duquesa de Alba, situado en la actual calle Granero. Durante siglos, solo campo hallaba uno entre el almacén de cereal y el centro de Salamanca.  

Texto: David García-Cervigón Romero de Ávila

La responsable del nacimiento de la barriada es santa Teresa, fundadora del convento de Carmelitas a finales del siglo XVI. Las ruinas del edificio las alberga la iglesia de Monte Carmelo. A su alrededor surgirían casas bajas que rodearían la construcción. En la actualidad, dicho espacio corresponde a la plaza de Carmelitas. El regato del Anís delimitaba el barrio, hoy la calle Fray Luis de Granada, y siglos más tarde por la vía del ferrocarril.

La muralla de Salamanca se elimina parcialmente en 1867. La antigua edificación libera nuevos espacios, entre ellos el correspondiente al actual barrio del Oeste. Será ocupada entre 1901 y 1910 por dieciocho viviendas molineras. Estas tenían un patio delantero y una huerta.

También recibe a finales del XIX cierto sector burgués que acude en busca de naturaleza ante la degradación de la calidad de vida en el centro de la urbe. Serán importantes en los años treinta, cuando levanten viviendas unifamiliares con jardines. Los materiales empleados serán ladrillo con revoco pintado, rejerías metálicas o barandillas de tubo.

Tras la Guerra Civil, muchos emigrantes de la provincia acudieron a la capital. Se asentaron en los nuevos barrios periféricos, entre ellos el del Oeste. Para dar cabida a la nueva población se recurrió al ensanche. Este originó nuevos barrios y aumentó la extensión del ya preexistente Oeste. Además, en los años sesenta, importantes flujos de salmantinos se mudaron del centro a la periferia por el alto coste del alquiler.

Fue necesario sustituir las espaciosas casas con jardines de los años 30 por bloques de pisos para dar cabida a la pujante emigración. Estas nuevas construcciones aparecieron entre 1950 y 1960. Un promotor destruía la anterior edificación y ofrecía uno de los nuevos pisos al propietario del terreno. Los materiales empleados serán baratos con la intención de promover viviendas a bajo precio.

El tipo de arquitectura que predomina en el barrio tras el ensanche y la aparición de los bloques de viviendas es la “racionalista”. Esta tendencia fue predominante en la primera mitad del siglo XX en un contexto internacional. Se basaba en formas geométricas simples, utilizaba materiales de orden industrial (acero, hormigón y vidrio) y huía de la ornamentación excesiva. Su objetivo era ofrecer solución al problema del aumento de la población en las ciudades.

El resultado fue un barrio masivamente edificado. La luz no llega a los bajos de los edificios, el alineamiento de los bloques no se mantiene. En definitiva, los constructores no respetaron las normas urbanísticas. El Oeste quedó sin espacios abiertos, zonas recreativas, ni zonas verdes (solo hay 50m2 en total).

Tampoco se conservaron adecuadamente los edificios antiguos, según denuncian desde la asociación de vecinos. Aparcar el coche es una odisea en estas calles y conducir por ellas requiere de una gran habilidad ante la estrechez que presentan.

El uso del suelo se centra en el residencial y comercial. Las viviendas se concentran en el interior del distrito donde hay reunidas hasta 487 puertas de garaje, y los comercios afloran en las fronteras con otros barrios y en las vías principales.

Nace Zoes

En la década de los setenta el barrio presentaba multitud de problemas como el resto de la ciudad. Todas las calles estaban sin asfaltar menos la denominada Papín. Tampoco había instalación eléctrica, ni aceras transitables. Los mayores caían al barro en sus paseos y era necesario auxiliarlos constantemente. Los pobladores llevaban un segundo atuendo al lugar de trabajo para cambiarse, no podían cumplir sus tareas con las ropas llenas de barro rojizo, era impropio.

Por las noches, solo algunos portales presentaban una pequeña bombilla que se convertía en la única fuente de luz de la calle. Los niños las rompían con los tirachinas y nadie del ayuntamiento las reponía. Caminar en la penumbra era habitual en el Oeste.

El principal problema, el agua. No subía hasta las casas a partir del segundo piso. No podían poner la lavadora, fregar o ducharse. La solución pasaba por levantarse de madrugada para cumplir estos quehaceres.

La precariedad era tal, que en la prolongación de la calle Churriguera y calle Salvador Carmona, en cuatro o cinco chabolas, lavaban a los niños en barreños en plena vía, rodeados por patos y gallinas.

La solución vino a través de la creación de una asociación de vecinos en 1977 que tuviese voz en el Ayuntamiento. Los iniciadores del movimiento fueron un matrimonio, Pepe y Marisa, un estudiante de los Redentoristas, Damián, y Teresa Ustáriz junto con Carmen Rosado. El nombre que otorgaron a este nuevo organismo fue ZOES, traducido como Zona Oeste.

Las primeras reuniones se celebraron en la planta baja de la Parroquia de Santa Teresa. Para involucrar al resto de vecinos pegaban hojas en los portales de las casas. Lo hacían a las seis de la mañana, no querían ser observados pues en aquella época esta actividad podía ser vista como algo subversivo. En la convocatoria anunciaban que invitarían a una sangría a todos los asistentes.

La cuota mensual se estableció en 25 pesetas que una persona recogía casa por casa. También editaron una revista, donde comunicaban a los vecinos de los trámites y quejas del barrio al ayuntamiento.

Tras registrarse como asociación, para sacar fondos decidieron organizar un rastro en la Plaza del Oeste. Pidieron permiso al ayuntamiento que no fue concedido. Aún así no cedieron y lo celebraron igualmente, aprovecharon la coyuntura del momento. En pocos meses habría elecciones municipales y supusieron que no acometerían contra ellos. No se equivocaron. Su primera edición fue un éxito.

Fotos. Esplendor en el Barrio del Oeste

Tras la llegada de la alcaldía de Jesús Málaga se les otorgó el permiso que deseaban. El rastro adquirió un aspecto más profesional. El ambiente se extendió a los bares que también se beneficiaron de los compradores que paraban a refrescarse en sus locales.

El final del rastro vino de la mano del alcalde Fernández de Trocóniz. Los bares y comercios de los alrededores de la Plaza del Oeste protestaron, pero no fueron escuchados. El rastro acabó en la Aldehuela, donde se mantiene hasta la actualidad.

Desde la asociación de vecinos promueven gran cantidad de actividades con la intención de unir a sus vecinos ante la falta de espacios públicos para desarrollar actividades colectivas. Disponen de su propia radio, la denominada Radio Oeste con hasta nueve programas muy variados.

Galería urbana

La labor más importante de ZOES ocurrió en 2013, cuando transformaron el barrio en una auténtica galería de arte. La primera edición de arte urbano de dicho año se celebró a través de estudiantes de bellas artes y de los vecinos que cedieron sus garajes que sirvieron como lienzos.

Entre edición y edición también se hizo un llamamiento a otros artistas para que decorasen el barrio. Un ejemplo de ello es Pablo Herrero, quien pintó un edificio entero en la calle Wences Moreno llamado el nido.

La convivencia entre vecinos y artistas era plausible. Los residentes al conocer que un artista pintaba en su calle los invitaban a sus hogares a comer y a tomar un café. Nacía una sinergia que desbordaba cultura.

Toda Salamanca admira este espectáculo visual hoy día. Perderse por sus calles es descubrir obras escondidas en fachadas, garajes que observan a los transeúntes que las miran de vuelta. Su fama traspasa la capital charra y muchos turistas no acuden a la ciudad con el único pretexto de visitar el centro histórico. Ahora, muchas agencias de viajes colocan el barrio en sus itinerarios. Todo esto gracias a ZOES.

Sus gentes

Dos de sus vecinos nos cuentan datos curiosos sobre su vida en el Oeste. Eduardo Blanco menciona que tras la guerra «la gente vivía con lo justo para pasar el día». Recuerda alguno de los personajes más característicos, como Esmeralda la Gitana, «iba descalza en enero y andaba sobre el hielo. Jamás la vi calzada», dijo Eduardo Blanco. Para él, el barrio del Oeste eran las afueras de Salamanca en su niñez.

«Pocos negocios había tras la guerra en el vecindario, el primero fue unos ultramarinos que pertenecieron a Salvador Barrueco, y también la Salchichería de Agustín», manifestó Eduardo Blanco.

Hace décadas se conocían todos los vecinos. Celebraban las fiestas de San Juan en la Plaza del Oeste. «Éramos chavales, buscábamos con que encender un fuego y lo dejábamos en la plaza, con cuidado de que los chicos de La Palma no lo robasen. Les teníamos miedo por su mala fama», recuerda Luís Poveda.

Hoy pagamos inmediatamente cualquier adquisición, pero antes era diferente. «Se dejaba a deber en los comercios y este apuntaba en una libreta la cuenta. Se pagaba a final de mes el montante», dijo Luís Poveda.

Actualidad

Los primeros pobladores que aún existen son personas mayores. Su comodidad en el Oeste los llevó a no mudarse. Sus hijos no encontraron espacio y debieron marcharse a otros puntos de la ciudad. Su hueco fue ocupado por la gran cantidad de universitarios que han dado una nueva vida al distrito.

Muchos bares y negocios ofrecen sus servicios a la población estudiantil que acude para consumir. La hostelería ha crecido en el Oeste y las terrazas por norma general están llenas.

Negocios relacionados con la cultura eligen el barrio, atraídos por la galería urbana. Es el caso de Arcade Planet, un estudio de grabación, producción y gestión de conciertos. Quisieron contribuir con la estética del Oeste y pintaron la fachada de su negocio.

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Bibliografía

Zoes.es

Documental de la Universidad  de Salamanca, “La interseccionalidad como búsqueda de una sociedad inclusiva desde la comunicación, la educación y las ciencias sociales”, de María Cáceres Salvador, Begoña Gutiérrez San Miguel, Ana García Valcárcel, Mª Luisa Ibáñez Martínez, Sonia Casillas Martín, Elena Calvo Ortega e Irene Bajo Pérez

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