La historia comenzó en 2011 cuando un ciudadano francés ganó un bote de 163 millones de euros en un juego de azar.
El problema es cuando quiso cobrar su premio solo tenía el resguardo de haber pagado la apuesta, porque había perdido el boleto.
Lo había encontrado una mujer, que también quiso cobrar el premio, porque el boleto es como un cheque al portador.
Comenzó entonces una batalla judicial entre ambos que acaba de tener un desenlace diez años después, según informa el diario francés Le Dauphine.
Un juzgado ha dictado sentencia firme sobre el caso y otorga la propiedad del premio al jugador que la selló, pero le obliga a pagar el 7,5 por ciento del premio a la mujer que encontró el boleto, como ‘recompensa’, que se embolsará 12 millones de euros por los caprichos del azar: primero, que tocara el bote y segundo, el dueño del boleto lo perdiera y lo encontrara ella.
Y tercero, que Hacienda finalmente no le pasará factura. Al propietario legítimo, porque los premios de los juegos estatales están exentos, y a la mujer que lo encontró y que se embolsará 12 millones, porque la justicia también ha aclarado que aunque no es la ganadora oficial podrá conservar el importe íntegro para su fortuna.