Opinión

Contratos sanitarios y calidad asistencial o el Titulo no hace al monje

Un estetoscopio. Imagen de Parentingupstream en Pixabay

[dropcap]H[/dropcap]ace ya mucho tiempo, años, que responsables de distintos servicios sanitarios de SACyL en general, y del Hospital Universitario de Salamanca en particular, con el apoyo de sociedades científicas y profesionales venimos solicitando una modificación de las condiciones de contratación del personal sanitario de la Junta de Castilla y León, tanto de las condiciones que rigen las contrataciones temporales a través de las bolsas de empleo, como de las definitivas mediante los concursos-oposición.

Hemos instado a la Gerencia Regional de Salud y a los sindicatos a sentarse en la mesa sectorial y pactar un nuevo sistema que se base en dos premisas fundamentales: la capacitación para el puesto de trabajo que se pretende ocupar, y los méritos científicos y profesionales adquiridos por los aspirantes, todo ello dentro de un marco de libre competencia entre los profesionales y que garantice la igualdad. La incapacidad para llegar a un acuerdo de SACyL y sindicatos hasta la fecha ha imposibilitado una reforma que es urgente y necesaria desde hace ya demasiado tiempo.

La especialización de la Medicina hace que muchos puestos de trabajo de una misma especialidad exijan de una cualificación especial, debido generalmente al manejo de técnicas complejas. No todos los neumólogos, por ejemplo, sabemos realizar Técnicas Endoscópicas complejas o manejar la Ventilación Mecánica No Invasiva con la pericia necesaria, pero cuando se precisa cubrir un puesto de trabajo de estas características todos podemos aspirar al mismo, aunque después de contratados no sepamos realizar las funciones para la que se nos contrató (el hábito no hace al monje). Parte del problema se deriva de la no existencia de títulos que reconozcan esa cualificación especial, lo que se denominan áreas de capacitación específica, pero existen otros procedimientos para obviar el problema, de hecho, otras CC.AA. lo hacen sin problemas.

Una situación similar, si no peor, viven los profesionales de enfermería, una profesión en la que apenas existen especialidades. Parece que, a primera vista, todas las enfermeras/os están capacitados para cualquier puesto de trabajo, desde un centro de Atención Primaria a una UCI, por ejemplo, lo que obviamente es una falacia. En su caso, además, la inestabilidad en el puesto de trabajo una vez contratadas, fomenta que no permanezcan demasiado en una misma planta o área de actividad, donde se pueden haber cualificado y tener un desempeño excelente, siendo trasladadas a otras áreas de trabajo o sustituidas por otras profesionales que no tienen la misma capacitación real, aunque si el mismo título.Esta es una práctica común agravada por el déficit de personal que obliga a las direcciones de enfermería a completar el puzzle funcional mediante este tipo de prácticas.

Esta situación afecta a dos aspectos fundamentales de la asistencia sanitaria: en primer lugar y más importante a la calidad y seguridad de la atención a los pacientes y, en segundo lugar, a la desmotivación de los profesionales que con un esfuerzo notable pueden haberse formado en áreas de capacitación específicas en las que no van a poder desarrollar sus conocimientos.

A este despropósito de política de recursos humanos se suma otro hecho más que recientemente ha estado en los medios de comunicación de Salamanca, y en redes sociales como Twitter, y es el hecho de que médicos que finalizan la especialización y en un proceso muy competitivo consiguen becas de primer nivel en España, como las Rio Hortega, SACyL los contrata exclusivamente como investigadores, aunque desarrollen labores asistenciales y son discriminados respecto de sus propios compañeros con contratos asistenciales. Esta situación ha sido denunciada por el IBSAL y la propia Universidad, sin que hasta la fecha se haya modificado.

Esta política de recursos humanos, añadida a los contratos precarios y a los bajos salarios hace que muchos profesionales altamente cualificados y que hubieran querido quedarse a trabajar en Castilla y León, finalmente emigren a otras autonomías o países donde reciben un trato profesional mucho mejor, lo que tiene dos consecuencias inmediatas: la descapitalización intelectual del sistema sanitario de Castilla y León y la pérdida de calidad de la asistencia sanitaria que esa descapitalización conlleva.

Aquellos lectores de más edad que se acuerden del genial humorista Perich quizás recuerden una viñeta referida a los latifundios andaluces y españoles que definía como Fincas Manifiestamente Mejorables. Pues el mismo calificativo podría aplicarse a la política de recursos humanos de los servicios de salud en general y de SACyL en particular.

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