El número de perros abandonados en España disminuye en 2020 por la Covid-19, pero tristemente muchos «dueños» siguen dejando a sus mascotas.
El estudio presentado por la fundación Affiniti sobre animales abandonados deja datos esclarecedores. En 2020 fueron abandonados 162.000 perros de los cuales solo la mitad fueron adoptados. La fundación achaca estas cifras a la pandemia, los meses que menos perros se abandonaron fueron en los de marzo, abril y mayo.
La realidad de este año todavía no se conoce, lo que sí se conoce es que hay dos periodos en los que más se abandonan: con la llegada de las vacaciones y al finalizar la época de caza. Las protectoras, la policía y las personas que recogen animales sin recibir nada a cambio son las que dan una nueva vida a estos animales.
La nueva vida de Sanabria
Uno de estos casos lo protagonizan Laura Arribas y Pau González. La pareja volvía a Salamanca la noche del 25 de septiembre por la carretera de Fuentesaúco cuando se les cruzó un perro en mitad de la vía. Al verlo no dudaron en bajarse y cogerlo para llevarlo a la Guardia Civil, y eso hicieron.
La tarea no fue fácil, la perra muy esquiva no se dejaba coger. Se acercaban las 00:00 y la dejaron cerca de un pueblo, no pudieron meterla en el coche. Al irse la perrita corrió detrás de su coche, al verla lo intentaron de nuevo y esta vez sí, la metieron en los asientos traseros del vehículo. La Guardia Civil más cercana era la de Villares de La Reina, allí le pasaron el detector de chip pero no tenía -a efectos legales, si no tiene chip, no tiene dueño-.
Sin chip
La única solución que les dieron fue llevarla a una protectora. Llamaron, pero les dijeron que no recogían animales los fines de semana y que la llevasen a la Policía Municipal de Salamanca al día siguiente. Siguiendo estos consejos, eso hicieron. La perra, muy asustada, pasó la noche en casa de los chicos y por la mañana pasaron por las dependencias. La respuesta de los agentes de nuevo fue que «no tiene chip y el servicio de acogida no recoge los fines de semana, al no ser urgencia, si la dejáis aquí hoy estará en una jaula hasta mañana».
Tras hablarlo la pareja, decidieron quedársela hasta el lunes. El lunes volvieron a llamar a las protectoras y como esta pareja ya buscaba un perro, les recomendaron quedársela. Eso hicieron, pero la conciencia podía con ellos y en diferentes foros de Facebook pusieron mensajes para encontrar al antiguo «dueño».
La misma tarde del lunes, volvieron a llamar a la policía y les comentaron que muy probablemente habría sido maltratada, por el comportamiento y los miedos que presentaba.
La acogida
Finalmente la pareja se decidió y le puso nombre a la perrita, se llamaría Sanabria y por delante tenían una tarea difícil como explica su actual dueña. «Los primeros paseos eran imposibles, no quería salir de casa, nunca le habían puesto una correa y tenía miedo a todo, en casa estaba muy asustada siempre en una esquina de cocina y tampoco comía», comenta.
«Esa misma tarde del lunes nos acercamos al veterinario, porque no sabíamos qué enfermedades podría tener. Fuimos y nos comentó que no tenía Leismaniosis ni garrapatas, algo que nos tranquilizó bastante. Le pusimos las vacunas y analíticas, los resultados; estaba desnutrida y con falta de minerales».
Los días fueron pasando para esta nueva familia y como ellos mismos reconocen el avance de la perra es muy bueno y se ha integrado con las otras dos perras que Laura tiene en su pueblo. «El día que la llevé con Lupita y Nicole me sorprendí, porque estuvieron jugando todo el rato, parecía que se conocían de toda la vida», explica Laura a lo que añade que «me tranquiliza mucho saber se llevan bien, porque al fin y al cabo son como hermanas».
La vida en Salamanca
Complicados. Con esa palabra Pau lo resume todo, complicados. «Sanabria se asusta con todo, con todo está tan tranquila jugando con un perro y sale disparada por nada, en casa llora por no estar con nosotros», explica el joven. «La vida nos da que tanto como Laura como yo trabajamos desde casa y estamos con ella, pero claro, es que estamos trabajando», zanja González.
Según pasan los días explican que la perra está más suelta y esta más juguetona, «antes apenas comía, ahora devora. Nos ha comido dos mantas en menos de tres días y luego con un perro que tenemos de peluche igual, se cree que es un juguete», confiesa entre risas Laura.
También tienen hándicaps, uno de ellos es la «segunda vida» de Pau. «Al ser deportista federado de montaña cada dos tres semanas tenemos carreras y por desgracia ahora mismo no nos la podemos llevar, por lo que se quedará en el pueblo de Laura con sus otras dos perras», a lo que añade «mira como ejemplo, la semana que viene nos vamos a correr la Ultra de Sanabria y en el hotel no nos dejan meterla, la solución: la llevaremos con la madre de Laura y con Lupita y Nicole, por suerte hacen muy buenas migas».