[dropcap]Ú[/dropcap]ltimamente se ha dado el debate social acerca de quién son propiedad los hijos, si de los padres o del Estado. Pues bien, creo que debemos replantearnos este peligroso concepto, ya que los hijos no son objetos de pertenencia. Los menores son seres que deben crecer en autonomía e independencia, es decir, piensan por sí solos y tienen capacidad de decisión.
Cierto es que la educación de los hijos pertenece a los padres, y éstos pueden decidir sobre ella, pero no imponer, ya que, como digo, los hijos no son parte simbiótica de nadie.
Muy a menudo, en nuestra consulta, vemos cómo acuden hijos ya de 18 a 25 incluso 30 años delimitados absolutamente por las decisiones parentales.
Os lanzo una pregunta ¿Qué diríais si la pareja de vuestro hijo o hija controla, le obliga a darle las contraseñas del móvil, le pone un gps, le obliga a decirle en cada momento dónde está, le obliga a mandar fotos cada vez que llega a casa y mantener conversaciones con cámara, si se adentrara en el correo electrónico sin el permiso de vuestro hijo/a? ¿Cómo llamaríais a esta conducta?
Bien, pues esto ocurre con personas adultas, que son manipuladas si no acceden a estas conductas de abuso y control. Los castigos van desde la indiferencia más absoluta, hasta la retirada del sustento económico o amenazas de dejar de pagar los estudios. No estoy hablando precisamente de jóvenes que no quieran estudiar o se pasen el día de fiesta, sino de personas comprometidas que viven tremendamente asustadas sin saber cómo sus actos pueden afectar a este tipo de padres.
Si lo tenemos claro en la pareja, también deberíamos tenerlo claro de padres a hijos y de hijos a padres.
Estas personas ya adultas, sufren muchísima sintomatología como ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, problemas del sueño, adicciones, inseguridad, culpa, confusión, disociación, autolesiones…
Estos hijos van a estar buscando de manera constante la aprobación de estas figuras de autoridad que son los padres, repitiendo este patrón conductual en sus relaciones sociales, por lo que son muy susceptibles de terminar en relaciones de maltrato o de dominancia sumisión, puesto que es a lo que están acostumbrados.
Si tenemos claro lo que es el maltrato en la pareja, debemos de empezar a abrir los ojos con lo que ocurre dentro de la familia, puestos que, en la familia, también existe maltrato y parece normalizado.
Los hijos no son objetos que debamos moldear a nuestra imagen y semejanza. Los hijos no pueden ser depositarios de nuestras expectativas incumplidas. Son seres individuales que han de crecer con su propio pensamiento. No les podemos imponer a quién querer, ni cómo vestir, ni someter a un extremo control y vigilancia, y más, cuando ya son adultos.
Si necesitáis orientación acerca de este tema, os escuchamos.