[dropcap]Y[/dropcap]a se trabaja en los colegios lo referente a la Inteligencia Emocional y comienzan también a introducir el tema de la Inteligencia Espiritual. Es básico para la persona. Ya en el año 2000 Danah Zohar acuñó el nombre de Espiritual a esta Inteligencia que engloba y resume todas las inteligencias anteriores de las que habló Gadner.
Es una realidad que tenemos todas las personas, también los ateos y los indiferentes o alejados de religiones y prácticas religiosas, realidad que hay que trabajar y desarrollar. Con ella proporcionamos sentido y motivación a nuestro trabajo y al mundo que habitamos.
Es un camino de transformación interior (sin ritos, leyes o condicionamientos morales…) que nos ayuda a despertar y a alcanzar la iluminación que trasciende las limitaciones humanas y todas las dualidades, puesto que como afirmaba Teilhard de Chardin: “No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana…”
Contiene un potencial innato humano a desarrollar, una reflexión existencial que nos lleva a construir nuestro sentido personal en la vida, un proceso de interiorización, una capacidad de actuar con sabiduría y compasión, el reconocimiento de un yo-todo universal en el que estamos unidos, un dominio de estados de consciencia (contemplación, meditación, escucha atenta, apertura a la naturaleza y al cosmos…)
Trabajando nuestra inteligencia espiritual llegaremos a situarnos en la dimensión de la espiritualidad, que engloba y plenifica la religiosidad, los valores éticos, la solidaridad y la apertura a lo trascendente y al misterio. Nos ayudará, además, a obtener la felicidad y el bienestar integral frente a tanto sin sentido y neurosis de angustia como se dan en nuestra sociedad.
Es la capacidad de reconocer que somos más que mente y psicología, que podemos trascender nuestros egos y desarrollar una conducta ética fundada en la benevolencia universal y en la práctica de la compasión fraternal. Nos confirma en ese vínculo de conexión con todos los seres humanos: nada nos es ajeno, somos parte de un Todo.
La inteligencia espiritual sirve para descubrir la inquietud por el sentido y significado de la vida, para ver en lo efímero lo eterno, para trascender lo inmediato profundizando en lo que somos, en lo que nos relacionamos…en lo esencial “que permanece invisible a los ojos”
Reencontrarnos más allá de nuestra experiencia humana con nuestra verdadera naturaleza espiritual, con lo que ya somos pero que necesitamos actualizar y practicar cada día. Pero antes hay que quitar de en medio todo aquello que nos lo bloquea: intereses egoicos, creencias, rutinas e ideas preconcebidas que quizás no son verdaderamente nuestras.
La expresión y vivencia de nuestra naturaleza espiritual es lo que da sentido a nuestra experiencia humana. Por ello debemos vivir y expresar nuestra espiritualidad en el mundo, con los demás, no apartados de nuestra realidad y circunstancia.
Es un esfuerzo creativo que nos puede ayudar a ser más nosotros mismos. Vale la pena. Os animo a ir por este camino.