[dropcap]H[/dropcap]ay personas que él y ella. Y ya. Personas de ausente tercera. Que acuden a él y a ella para mantener a escondidas el íntimo yo y el cómplice tú. Personas que dibujan con tiza un muro en el suelo para observar solo desde su lado. Que hablan de quién no está. Que juegan coquetean contigo para que no les abandones, para que nunca seas un él o una ella. Que sin decirlo se abrochan el nosotros.
Porque me siento perdido, a veces vacío con las mudas personas del él y la ella. Me apasionan las que son capaces de compartir su real individualidad, que presentan ojos, orejas y piel a las cosas que te suceden a ti o a otros, sin que importen el sujeto directo o un objeto aparente. Quienes son capaces de conversar sin huir ni esconder su quiniela, capaces de mostrarse y permanecer sin idear su fuga de la escena, sí, es un descanso. Con observadores verbos, con críticos gestos, que no tratan de variar el guion de la función ni la atención, sin obligarme a salir de una película en la que participo u observo, con quien como espectadores podemos permanecer sentados en la butaca y dormir o aplaudir hasta que nos sangren las manos cuando la observación o la escucha sin interrupción ha terminado.
Me gustan las personas que ven lo que está iluminado, las que desconocen lo que quieren ver, las que sencillamente no ven y se sorprenden. No tanto las que dejan de buscar con solo ver o cuando ya han encontrado algo. Las asumo, las acepto, también las respeto, pero no las amo.
Me gustan quienes se dejan ser lo que son, quienes no tienen reparos en aceptar sus errores y arañazos y no solo repiten aquella vez que ganaron un merecido aplauso. Quienes comparten sus preguntas y sus cuentos, quienes no cuentan las preguntas, quienes buscan, quienes se buscan, quienes no se hacen buscar.
Me gustan las puertas abiertas para entrar y salir, me gustan las ventanas limpias con las persianas arriba, las cosas claras y ciertas, también las dudas. Me gusta cambiar las cosas para mantenerlas y mantenerlas sin cambiar. Me gusta terminar las que no tiene sentido aguantar.
Me gustan quienes tornan su opinión cada día, solo con ellos podemos estar seguros de que una conversación, discusión o disputa tiene presente valía, quienes sin saber rebaten un argumento solo tras haberlo escuchado, quienes están, quienes no se esconden tras un tercero ausente, quienes no se parapetan, quienes muestran aciertos y yerros. Me gusta hablar de ti y de mí sin que estén él y ella. Poco o nada les importa si jugamos a imposibles como seguir el movimiento de una estrella.
Me gustan quienes habitan un aquí, quienes no mandan mensajes a quien no puede escucharlo y que transforman un él en tú en cuanto aparecen. Quienes no buscan a quien no está, quienes tutean al que aparece.