Las escuelas de los pueblos sufren día a día las consecuencias de la dejadez institucional, la falta de recursos y la despoblación. Sin embargo, muestran más que nunca su ilusión y sus ganas de resistir, para continuar con un modelo de educación de calidad tan válido como el de las ciudades.
Como en la mayoría de los ámbitos, la España rural recibe poca atención de las Administraciones, que centran todos sus esfuerzos en las ciudades. Desde las escuelas de los pueblos sienten una desatención que viene aumentando desde hace muchos años. Esta falta de inversión y de recursos, tanto económicos como humanos, lleva a suplicar todos los años que no se recorten unidades o plantillas del profesorado en estas escuelas.
La escuela rural es un concepto diferente, más familiar y cercano, que ha demostrado en diferentes informes su calidad y su papel fundamental en la lucha contra la despoblación. Todo ello junto con unos buenos resultados académicos, apoyados entre otras cosas, en la solidez de sus proyectos educativos y las buenas prácticas educativas que se llevan a cabo en las aulas. Sin embargo, necesita otros recursos y organizarse de manera diferente que los centros urbanos.
La directora de un centro rural salmantino valora el escenario que vive la educación en los pueblos: “Desde la Administración, se nos considera ‘en vías de extinción’, por lo que no hay inversión ni apoyo para luchar contra una desigualdad existente en recursos y oportunidades. Pero ‘desde dentro’ de las escuelas rurales nos sentimos ¡viables y potenciales!: tenemos el poder de la escuela de calidad y lo demostramos con cada proyecto, una enseñanza individualizada que permite adaptarse a los ritmos naturales de cada niño, formamos ‘pequeñas familias’ entre todos los miembros de la Comunidad Educativa, contamos con recursos educativos con solo mirar por la ventana, y nos rodea la historia y la naturaleza… ¿Qué más se puede pedir?”. Sobre el porvenir de estos centros reflexiona: “¿Ante el futuro? Nuestra resistencia y la muestra de todos estos valores educativos con los que cuenta la Escuela Rural”.
Ventajas e inconvenientes
Desde los docentes hasta los padres y madres de los alumnos coinciden en que son muchas más las ventajas de la educación en colegios rurales. A las virtudes mencionadas anteriormente, apunta la directora, “en un aula multinivel conviven alumnos de diferentes cursos que aprenden unos de otros, cooperan…”.
Además, el modelo rural posee muchas más ventajas: permite que, gracias a su contacto directo con la naturaleza, se pueda aprender solo con mirar desde la ventana; favorece tanto la innovación, la investigación o la experimentación, como la inclusión y la igualdad de derechos y oportunidades; la enseñanza es más individual, con más atención y más enfocada en las necesidades de cada alumno; los niños se conocen, por lo que su adaptación al centro es más sencilla y motivadora; y es “esperanza de futuro y calidad educativa”.
En cuanto a los inconvenientes, de nuevo se vuelve a coincidir en lo mismo. Hay una clara falta de inversión y apoyo institucionales. Además, hay una limitación en los cursos, se da una gran movilidad del profesorado y, debido a la escasez de recursos humanos, se requiere un mayor esfuerzo y trabajo por parte de los maestros. El otro gran problema e inconveniente es la despoblación rural y la consiguiente escasez de niños. En este caso las opiniones son dispares. Sin embargo, ante la cuestión del cierre de los colegios rurales, una de las frases más repetidas entre los ciudadanos es que “cuando se cierra una escuela rural, deja de latir el corazón de ese pueblo”.
Los maestros rurales
Son los grandes artífices de que hoy en día sigan funcionando las escuelas de los pueblos. Pero también tienen que afrontar una serie de inconvenientes. Esta directora explica que “los recortes en la educación nos hacen sentirnos ‘números’, con escasez de plantilla y ‘abandono’, como en el resto de colectivos públicos”. También reconoce que las clases multinivel, a pesar de sus beneficios, “suponen una dificultad para el profesorado, que ve su carga lectiva aumentada”.
No obstante, insiste en que “el maestro disfruta de su profesión mucho más en la escuela rural. Además, cuando el maestro es vocacional, el trabajo en la zona rural supone un placer añadido, puesto que no solo disfrutas de una profesión que has elegido ‘casi desde la infancia’, sino que puedes desarrollar todo tu potencial en un ambiente familiar, cercano y muy agradecido, algo que en la ciudad es últimamente muy difícil de conseguir”, señala.