[dropcap]N[/dropcap]o solo los diabéticos se ven afectados por la enfermedad, sino que sus familiares sufren con ellos las consecuencias. ¿Cómo es vivir con la diabetes? ¿Cómo se sobrelleva cuando son niños los que la padecen?
Beatriz Rodríguez ha acudido este domingo a la marcha solidaria organizada para visibilizar la diabetes porque tiene una hija con diabetes de cinco años. Explica que la enfermedad se detecta porque «los niños empiezan a orinar mucho, beber grandes cantidades de agua y a comer de manera compulsiva. También adelgazan». En su caso debe estar pendiente «24 horas al día» porque no saben cuando su hija puede tener una bajada o subida de azúcar.
Considera que se han producido avances médicos, pero Beatriz Rodríguez cree que «muchos laboratorios paralizan algunos avances», pues no se investiga «lo suficiente» y que muchos logros en este campo se deben a «papás y mamás que están dentro de los estudios». Entre los avances médicos destaca unos «sensores que se les aplican a los niños, nos llegan lecturas cada cinco minutos de su nivel de glucosa».
Esperanza San Román acude a la marcha para apoyar a su yerno. «También tenemos hijas de amigas y es muy duro», manifiesta. Hace hincapié en la problemática que tienen los niños a la hora de encontrar un centro escolar que los acepte: «En muchos no se les admite, conozco una niña que le ha costado encontrar un colegio donde le permitiesen matricularse». Esperanza San Román recalca lo que para ella es el avance de las bombas de insulina: «vemos a esta niña en la piscina con ella puesta y es maravilloso, le da mucha libertad en su día a día».
En el caso de Teresa Rodríguez, acude a la convocatoria porque conoce el caso de «una niña que le descubrieron la diabetes a los 12 años». Explica que al principio «le costó mucho adaptarse a su enfermedad», pero que ahora «lo lleva muy bien». También señala la diferencia existente entre que te descubran la diabetes siendo niño o adulto: «Cuando son más pequeños se mentalizan antes, se acostumbran a sus hábitos alimenticios. Sin embargo cuando son adultos es más duro cambiar tu modo de vida», confiesa Teresa Rodríguez.
Margarita Romero y Amador García tienen un nieto con diabetes que vive en Madrid: «Venimos a la marcha para solidarizarnos con él». Conviven con su nieto durante «las vacaciones de verano» pero están pendientes de él «todo el día» pese a la distancia que los separan. Para ello cuentan con una aplicación de móvil llamada Carelink Connect. «Esta aplicación es maravillosa, puedo comprobar el nivel de azúcar en sangre de mi nieto y llamo a mi hija si veo cualquier peligro», explica Margarita Romero.
En el caso de que deje de funcionar la aplicación, Amador García cuenta que «llamamos a Estados Unidos para solucionarlo. Tienen servicio 24 horas y nos atienden en español».
Estos abuelos reconocen que es «muy duro» tener un nieto con diabetes: «Nuestra hija nunca duerme de seguido, se tiene que levantar constantemente para vigilar a nuestro nieto y después debe irse a trabajar a las seis de la mañana».
Margarita Romero explica lo duro que es para su nieto: «El sensor hay que cambiárselo cada dos o tres días. Este le produce heridas y yagas en los brazos y piernas. A parte, tenemos que comprarle un producto especial para cuidarle la piel a consecuencia de estas heridas».
El nieto de Amador García dio sus primeras muestras de la enfermedad un día cualquiera cuando salieron juntos con la bici. «Fue hace cinco años. Cada cien metros se paraba a beber agua. Pensé que no quería hacer deporte y le dije que la próxima vez no saldríamos. Pocos días después sufrió dolores de estómago y acabó hospitalizado diez días», manifiesta Amador García.
Mari Carmen Flores acude a la marcha solidaria porque tiene «una nieta diabética». Explica que todo empieza de manera repentina, pues «no te lo esperas». En el caso de su familiar determina que es muy importante «controlar la cantidad de azúcar que come, pesar la comida y controlar toda su dieta». Su objetivo para acudir a la marcha es que «cada año visibilizamos un poco más esta enfermedad» y también con el ojo puesto en «solicitar más ayudas para los afectados».
Tatiana Melgar tiene una hija con diabetes de seis años: «Nos ha dado un vuelco a la vida, lo vamos normalizando después de un año y medio, pero ha sido un cambio muy grande». Sus principales cambios desde que detectaron la enfermedad a su hija han sido «los ritmos de sueño, las comidas y tener que estar pendiente constantemente de ella».
En el caso de los niños con diabetes todos los padres se muestran reticentes a dejarlos solos, y Tatiana Melgar es un caso más. «No podemos dejarla sola, un ratito con los abuelos como mucho. Cuando sea mayor y sea más autónoma podremos darle más libertad». Un ejemplo de lo rápido que puede cambiar el estado de un niño con diabetes lo explica Tatiana Melgar: «Le he tenido que dar un caramelo hace un rato porque de la emoción por venir a la marcha ha sufrido un bajón».
Tatiana Melgar destaca el avance médico de las bombas de insulina. El problema que ve es que «en el hospital de Salamanca están poniendo unos modelos un poco anticuados». Asegura que todo depende de «la Comunidad Autónoma» y lo ve «un poco injusto». Tatiana Melgar explica los beneficios de la bomba de insulina: «Permite más autonomía. Los diabéticos no tienen que estar pendiente, la bomba sabe cómo actúa el cuerpo y lo autorregula, es como una inteligencia artificial».
Ruth Martín forma parte de la administración de la Asociación Diabetológica de Salamanca. Acude a la marcha porque su madre «es diabética». Entre las medidas que su familiar debe adoptar están «el ejercicio físico, cuidado con los alimentos que ingiere y controles diarios, unos necesitan inyecciones de insulina y otros pastillas».
Entre los avances más importantes en la medicina Ruth Martín destaca «unos sensores que avisan cuando se producen bajadas o subidas de azúcar. Esto mejora mucho la calidad de vida». Sin embargo lamenta que por ahora solo los «diabéticos tipo 1» reciben estos sensores, aunque «los de tipo 2 están a punto de concedérselos».
Ruth Martín habla de la función de la asociación: «Tenemos una educadora en diabetes que atiende a los socios que lo necesiten y a sus familiares. Hacemos charlas para informar y marchas para concienciar». Ruth Martín señala que «no tenemos nada para donación». La única manera de colaborar es a través de «venta de lotería» y hacerse socios por «35€ al año». El destino de los fondos señala que van enfocados a pagar «a la enfermera que está con nosotros, costear las charlas, las facturas de luz y agua del local».
La Asociación Diabetológica de Salamanca se encuentra en la calle Corregidor Caballero Llanes, número 15 y el horario de atención al público son los martes y jueves de 18 a 20 horas y los miércoles de 11 a 13.
Este domingo se ha convocado una marcha organizada por la Asociación Diabetológica de Salamanca que ha comenzado a las 11:00 en la Plaza Mayor. La finalidad del evento ha sido visibilizar la enfermedad a través de una marcha solidaria por el día Mundial de la Diabetes. El acto ha concluido en el campo de Tiro y Deportes.