Opinión

Víctimas del destino

Foto. Pixabay

 

[dropcap]E[/dropcap]n los próximos días, tendremos días muy especiales en los que conmemoraremos sobre todo derechos humanos. Y digo conmemoraremos, no celebraremos porque realmente, que celebrar hay poco.

Las cifras de ataques a mujeres han subido de una manera alarmante, la violencia de género en nuestro país se dispara y la poca empatía con ciertas victimas hace que me avergüence de la política que en ocasiones se hace.

Conmemoramos también los derechos de la infancia, el tratado internacional mas ratificado de la historia, mientras nos pasamos por el forrete, derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes.

Seguimos igual o peor que estábamos, por mucho que se conmemore.

El derecho a la integridad, educación, sanidad, dignidad y tantas cosas bonitas que, a la hora de la verdad, quedan plasmados en un papel y poco más, son vulnerados una y otra vez, mientras el acoso escolar aparece por las frías calles del mundo, cual callejeros viajeros.

Se conmemora también el día de los abusos sexuales, con un panorama social bastante alarmante en este sentido, que no deja de gotear casos cada vez más graves y menos entendibles en una sociedad que dice ser civilizada.

Y sale a colación, que es ser víctima, mientras una universidad de Córdoba echa leña al fuego, añadiendo el sobrepeso a las cargas de las victimas y da un consejo bastante ruin, hacer ejercicio para que no te acosen en el cole. Poner el foco de atención en la víctima, no es acertada, ni por supuesto veraz. Palabras poco acertadas que no pueden justificar nunca ningún maltrato

No creo que una víctima quiera serlo. No creo que a ninguna persona le guste ser humillada, agredida, violada, abusada y por supuesto nadie tiene la culpa de ser asesinado o asesinada por ser mujer, menor, mayor, pasar por allí, compartir vida o el pupitre de al lado con las personas equivocadas.

No creo que nadie quiera ser portada del telediario, mientras su familia y amigos lloran, ni que quieran ver pasar la vida tras un cristal, mientras la soledad les marca a fuego. Nadie quiere pasar el resto de su vida entre terapias, profesionales o medicinas, pero aun así parte de esta sociedad sigue pensando que algo harán, como oí hace poco y el dinero público, en ocasiones es gastado en estudios que no se acercan a la realidad ni por asomo. Quizás y a modo de consejo, habría que gastarlo en dar tratamiento a víctimas sin que pasen meses esperando una cita médica en un sistema público de salud y en reeducar a quien no sabe convivir en sociedad.

Nadie quiere ser víctima, nunca lo hubieran querido, posiblemente ni lo hubieran imaginado, pero jamás tendrán la culpa de serlo, aunque ello les perseguirá toda la vida.

Culpar a las víctimas o disculpar un maltrato ya es mezquino, pero llenarse la boca de derechos humanos mientras se permite su vulneración, sinceramente es de parecer y ser hipócritas.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

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