Gastos en tiendas de lujo, hoteles de cinco estrellas, extractos del cajero y compras en Mercadona. Las tarjetas black de los 86 directivos de Bankia que ahora investiga la justicia aguantaban cualquier antojo. Se han fundido más de 15 millones.
Esas tarjetas eran un salvoconducto, un saco sin fondo para satisfacer a directivos que no mostraron ningún escrúpulo, ni en la gestión de la entidad ni en el uso de las tarjetas que les ayudaron a llevárselo crudo.
Despilfarro sin control, avaricia, impunidad consentida. Los cargos a las tarjetas que se acaban de conocer ponen de manifiesto en qué manos estaba una caja que acabó costándole a los españoles 22.000 millones de euros a fondo perdido para rescatarla.
Es común a todos los implicados el gasto en cosas que no tenían ninguna relación con su actividad como miembros de la cúpula de la caja, sino que utilizaron esas tarjetas a discreción. Ahora será el juez quien determine si lo hicieron porque ellos lo valían o incurrieron en una apropiación indebida.
Tarjeta para todo
Hoteles y tiendas de lujo, extracciones en metálico de los cajeros, y hasta pagos de dos euros. Pasaban la tarjeta para todo en un auténtico frenesí.
Los dos expresidentes, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, tenían un salario anual superior a los tres millones de euros. Aun así, sus tarjetas black echaban humo.
Blesa gastó 75.000 euros en hoteles y balnearios, 86.000 en extracciones de cajeros, compras aparte de ropa, gasolina, comidas en restaurantes de todo tipo, viajes…
Rato extrajo de los cajeros 17.300 euros, algunos de ellos días antes de abandonar la caja, llegó pasar la tarjeta para pagar 1,42 euros en el peaje de una autopista, pagaba medicamentos, compras, entradas para espectáculos, viajes, 3.500 euros en un apunte gastado en bebidas…
A todo trapo.