Porque nos dijeron que era el Elche, que si no hubiéramos pensado que era el Villarreal. Y costaba hacerse a la idea. Luego dirán que no ha sido una sorpresa la victoria del Elche.
Los de Dani Mori jugaban con ganas y se movían mejor entre el frío que los ilicitanos, que con el paso de los minutos seguían pareciéndose al Villarreal, por el traje.
Doble motivación para los charros, que después de que los ilustres visitantes quisieran intimidarlos haciéndose pasar por el Villarreal, perdieron en balón. Luego dirán que si era de Segunda B y que la falta de costumbre favorecía a los albinegros.
En realidad, lo mejor del partido y lo de mayor categoría lo hicieron los salmantinos, que estaban en su salsa.
Entonces el Elche empezó a parecerse a sí mismo, pero el partido ya se le había hecho bola. No veía la forma de hincarle el diente a Unionistas, quizá por el frío (que se lo digan al árbitro), quizá porque no se acostumbraba al balón de Segunda B o porque no estaba cómodo con el traje del Villarreal.
Los charros aprovecharon esa confusión para desinhibirse y llegar con descaro al área rival, donde se mostraron más blandos de lo que requería el partido.
Y cuando dieron muestra de carácter se encontraron contra el palo (Jorge Mier minuto 52) y Rayco, el héroe del partido, no aprovechó el balón que escupió el poste para marcar a puerta vacía. Se estaba gestando la sorpresa.
El Elche con toda la grandeza que otorga la Primera División deambulaba entre la niebla ya en la última media hora por el Reina Sofía, sobrepasado por Unionistas, impulsado por la ilusión, sus ganas y la fuerza de la grada, unos aficionados que incluso sacaron los móviles y conectaron sus linternas para orientar a su equipo en medio de la niebla, que era el que seguía poniéndole emoción a un enfrentamiento a priori muy desequilibrado.
Es como si el Elche estuviera deseando llegar a los penaltis para que se igualaran las opciones ante el conjunto salmantino.
En el 88 Ramiro cabeceó a bocajarro y Kiko Casilla salvó a los ilicitanos de la derrota anticipada. Otro sofocón.
Fueron 93 minutos para Unionistas, y unos segundos para olvidar en los que se produjo un desenlace trágico, cuando Luis Acosta cedió un balón aparentemente inofensivo que ni siquiera peleó el delantero del Elche, y de forma inexplicable Salva no fue capaz de tocarlo, como si no lo hubiera visto. Entró mansamente en la portería charra desgarrando la niebla y el frío.
El Elche ganaba sin merecerlo un partido gracias a un gol en propia puerta de Unionistas, que todavía fabricó una ocasión en el último suspiro, sin suerte. Otro infortunio.
Luego dirán que el resultado no ha sido una sorpresa.