[dropcap]Q[/dropcap]ue la vergüenza cambié de lado“. Con esta frase acabé mi intervención en un Congreso Internacional hace unos días. He de confesar, que la frase no es mía, que fue pronunciada por Enmanuel Macron, presidente de Francia después de recibir y escuchar a victimas de acoso escolar en el Palacio del Eliseo. El Presidente francés hizo lo que aquí no se hace, escuchar a las víctimas, los que verdaderamente saben de qué hablan.
Leo con satisfacción, que el acoso escolar será tipificado como delito en Francia. El país vecino anuncia proyectos y medios para acabar con el maltrato en sus escuelas. En la rueda de prensa, el presidente hace alusión a que uno de cada diez alumnos/as sufre acoso escolar en los colegios franceses. Y ante esto, y después de escuchar testimonios reales y no técnicos decide, acabar con ello.
En España, uno de cada cuatro alumnos también lo padece, pero seguimos en la Edad Media. Hablamos de Justicia y de Educación, pero ambas cosas desaparecen cuando se levanta la alfombra en algunos sitios. La tolerancia 0 queda muy bonita en el cartel de un pasillo, pero la realidad siempre es otra, cuando una víctima tiene que salir de un colegio y su victimario sigue campando a sus anchas empoderado en ese mismo centro, habría que preguntarse si esos carteles son meros adornos o si realmente habría que cambiarlos de lugar y ponerlos en sitios visibles para algunas cabecitas. Quizás también habría que preguntar qué se entiende por tolerancia y quién tiene que ser tolerante, ante ese maltrato. Tolerar siempre los mismos, no es de justicia.
Estamos en un momento en que se normaliza la violencia y eso es realmente un peligro, cuando sabemos que no ser delito conlleva a no investigar y a dar por carpetazo a situaciones, que de otra manera no se haría.
El presidente francés también hace alusión al buen trabajo de las asociaciones. En España, las asociaciones, que luchamos por todo esto, sin otro interés que el humano, lo hacemos en la mayoría de las veces con escasa ayuda y sin medios. Bueno, aquí tengo que corregir, medios sí, los que ponemos y pagamos nosotros de nuestros bolsillos, pero la tranquilidad que da el dormir bien y el que otros y otras lo hagan les aseguro que vale la pena. La ilusión y las ganas que le echamos es la mejor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos e hijas.
Aunque nadie es profeta en su tierra, y yo les aseguro que lo sé muy bien, si lo es en la de los demás. Ser activista, como me definió un compañero estadounidense, con el que tuve el placer de compartir Congreso y experiencias, para mi es un orgullo, al creer firmemente en lo que defiendo. Que el Acoso escolar sea condenado en este país y que el sufrimiento sea algo que aparece en las películas de ficción es activismo, pero sobre todo justicia a quien o quienes la ley del silencio les ha arrebatado la posibilidad de sentarse a la mesa estas navidades y a quienes les robaron la infancia y la adolescencia, mientras otros y otras imponían su propia ley, en espacios que deben de ser de respeto.
Que la vergüenza cambie de lado y que esa vergüenza recaiga, no solo, en quienes hacen, tapan y silencian este tipo de conductas, también en quienes tienen en su mano cambiar las cosas y no lo hacen. No solo la vergüenza, sino todo el peso de la Ley.
Por cierto #Yotambienhabloespañol.
Felices fiestas.