Es tan grande Unamuno que se puede estudiar como filósofo, de hecho a muchos se le atraganta en los exámenes, como poeta, viajero, político, profesor o como vecino que fue de aquella Salamanca del primer tramo del siglo XX. Así, desde esta perspectiva lo ha querido recordar Luisa Vicente Martín, presidenta de la Asociación Memoria y Justicia de Salamanca, en el homenaje que este 31 de diciembre se le ha rendido a Unamuno delante de su nicho en el cementerio San Carlos Borromeo.
Luisa Vicente Martín ha compartido con las personas que se acercaron hasta el cementerio una anécdota muy tristes, pero que da idea de la magnitud humana y sensible que tenía Unamuno. A don Miguel le gustaba pasear y ver cómo jugaban los niños en las calles y plazas de aquella Salamanca de los años 30. “A finales de octubre de 1936 Unamuno vio a un niño llorar en la plaza de Colón. Se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. El niño le dijo que habían matado a su padre y a su hermano en la pared del cementerio. Unamuno no dijo nada, solo se sentó a su lado y esperó hasta que el niño se tranquilizó. Ese día, Unamuno vio la magnitud de la Guerra Civil que acaba de empezar”.
Luismi Calvo, el hijo de Luis Calvo Rengel, fallecido este año y el promotor de este homenaje a Miguel de Unamuno en su tumba, también compartió con los presentes una anécdota que le había ocurrido a su padre con el insigne profesor. “Mi padre y otros amigos jugaban en la confluencia de la calle Compañía. Un hombre muy bien vestido se acercó a ellos para interesarse por el juego que los entretenía. Se lo contaron y les dijo: seguid jugando, abrigaros y formaros’. Al irse, un vecino les preguntó a los niños si sabían quién era ese señor. Respondieron que no y ese hombre los sacó de dudas: ‘Es don Miguel de Unamuno’. Desde entonces, en mi casa, mi padre siempre decía que había hablado con don Miguel”.
No lo conoció como nieto, pero Pablo Unamuno también ha querido hablar de su abuelo, que como señaló “no fue represaliado, porque era una figura con un prestigio internacional, porque si no hubiera sido así, lo habrían fusilado. En Salamanca no hubo batalles, pero sí fusilamientos, como se puede ver en el memorial que hay en este cementerio”, explicó el nieto de Miguel de Unamuno.
También contó que a partir del 12 de octubre de 1936, su abuelo fue marginado por la Universidad, el Ayuntamiento, el Casino y la sociedad civil. “Incluso cuando murió, -el 31 de diciembre de 1936- su cadáver fue secuestrado por los falangistas”.
Pablo Unamuno sí reconoció que tanto la Universidad, como el propio Ayuntamiento, le acabaron dando el sitio que Unamuno se merece, aún en la dictadura de Franco. El Ayuntamiento en tiempos del franquismo colocó la estatua del escultor Serrano frente a la casa donde vivió y la Universidad inició lo que hoy en día es la Casa Museo de Unamuno.
Así, allá por la década de los sesenta, la Universidad de Salamanca supo ver el potencial de la figura de Unamuno y aceptó con agrado el legado que donó la familia de don Miguel. El rector, Ricardo Rivero, anunció en este homenaje a la figura del profesor vasco, que una cátedra de Memoria Democrática llevará el nombre de la profesora Josefina Cuesta, fallecida este año y gran impulsora de la memoria histórica a la que también se recordó este viernes en el cementerio, y que la Universidad de Salamanca editará el libro de la profesora Margaret Rudd, ‘El hereje solitario’.
Este libro recoge una de las primeras biografías escritas sobre Unamuno. El texto narran sus últimos días. La profesora Rudd lo escribió en los años sesenta, ha estado olvidado, y ella bebió de fuentes que conocieron a Miguel de Unamuno. “No hay que tenerle miedo a la verdad, a la memoria aunque sea dolorosa hay que recuperarla”, puntualizó el rector.
En el homenaje a Miguel de Unamuno se recordó a las personas que fueron represaliadas y fusiladas durante la Guerra Civil y dictadura solo por defender el Gobierno legítimo de la República y tener ideas políticas y sindicales distintas a las impuestas por la dictadura de Franco.
Además, Luisa Vicente Martín menció a los miembros de la Asociación Memoria y Justicia que han fallecido a lo largo de este año como son: Josefina Cuesta, Germán Martín, Javier Álvarez y Luis Calvo Rengel.
El acto comenzó y terminó con un solo de violín. Dale al play.