[dropcap]L[/dropcap]a crónica negra de este país tiene deudas pendientes con quienes son parte de esa crónica.
Esas deudas deberían de ser pagadas y requetepagadas para quienes vivir sin saber qué pasó con sus familiares entre la hipótesis y la oscuridad de no tener la certeza de quién o quienes deben pagar esa deuda que les quita la vida y a la par les impulsa a vivir anhelando un final que pueda servirles de consuelo.
En el trece aniversario de la desaparición de Marta del Castillo veo una entrevista televisada de su abuelo. Un abuelo que, a sus ochenta y cinco años, lleva trece saliendo con su cuadrilla de amigos, de edades similares a la suya, a buscar a su nieta.
Con frío o calor, él y su cuadrilla, buscan entre ríos, acequias, pozos y en cualquier lugar donde su nieta pueda estar, hasta el último día y hasta el último aliento, como dice.
Un aliento que le empuja a seguir viviendo, aunque por el camino haya perdido a su nieta, a la mujer con la que compartió la vida y la esperanza de saber que le paso a su niña.
La vida le debe la paz que busca en esos caminos, mientras la edad hace mella en su día a día, pero la voluntad y la fuerza hace que los años se minimicen, mientras el mundo gira y la esperanza del descanso de los suyos impulsa esas ganas y ese aliento que desde hace trece años encontró en la figura de un abuelo, un eterno gladiador, hasta el último día y hasta el último aliento.
En un país, donde los abuelos y abuelas marcaron toda una generación, que levantaron con su esfuerzo, dedicación y trabajo la historia de muchas ciudades y pueblos y que pasaron por la miseria y la hambruna, encontrar grandes historias protagonizadas por grandes mujeres y hombres, es empaparnos de experiencia y sin embargo leo con gran tristeza que el maltrato a personas ancianas es uno de los maltratos mayores existentes.Personas vulnerables en su vejez a los que la soledad y el maltrato les quitan la sonrisa, mientras la deuda aumenta considerablemente y la ingratitud se hace más patente en algunos hogares.
Sirva estas líneas como homenaje, a quienes tanto debemos, a los que nunca podrán cobrar su deuda porque no habrá nunca vida suficiente para pagarles todo lo que hicieron por sus hijos, nietos y por toda la sociedad.