Al mal tiempo buena cara. Eso es lo que están pensando los vecinos de Tenebrón, un pueblo de la llamada España Vaciada, cuando bromean diciendo que quizá Movistar no les cobre estos diez días que llevan sin su servicio.
La última vez que oyeron sonar su teléfono fijo fue el 21 de enero, desde entonces nada. Han llamado en repetidas ocasiones para ver si va un técnico a arreglar la incidencia, que es el eufemismo que les dan, porque durante este tiempo no han recibido nada más que eso.
Tenebrón, como muchos de los pueblos de Castilla y León, tiene poca población y además envejecida. El móvil puede que forma parte de su vida o no. Aunque pudiera parecer inverosímil, se puede vivir sin móvil. Más que nada porque las personas que religiosamente abonan su factura telefónica están comunicadas. Siempre y cuando, la compañía tenga el mantenimiento de sus líneas en perfecto estado de revista, porque aunque sean pocas y dispersas, existen usuarios que dependen mucho del teléfono.
En muchos casos, a través del teléfono reciben la llamada de su médico o el resultado de una prueba de especialista que están esperando y en el terreno más personal y familiar, la llamada de sus seres queridos que viven fuera y así les pueden decirles que están bien.