[dropcap]C[/dropcap]uando había que hacer pedido a los Reyes Magos, mucho tiempo antes de que existiera Amazon, yo siempre tenía unas mismas ganas. Los muñequitos de Marvel. Tenía un montón, pero siempre había alguno que me faltaba, es una familia muy prolífica. Ahora no tengo muñecos, pero sigo preparándome palomitas para ver sus pelis y series. No pienso pisar la cordura diciendo que son representaciones de la vida real, pero no pienso tampoco alejarme y afirmando que son “representaciones” de la vida real.
Esa gran corporación de súper héroes que luchan contra súper villanos va a coger, según parece, una línea argumental que planteará multiversos y cosas confusas. Serán aplaudidas por millones de personas y rechazadas por los mismos millones. Quizá más. Para gustos.
Pasa con cualquier género artístico. Es consumido a razón de lo que te diga, cómo nos identificamos con alguno de sus elementos. Puedes reconocerte en quien crea la historia, en quién la protagoniza, en el ambiente en el que se desarrolla o porque la trama te sugiera sucesos por los que tienes un interés personal. Si nada de lo que te acabo de decir conecta contigo, no lo verás, escucharás o leerás. Así de sencillo.
¿Y por qué algo tan complejo con el infinito, el universo y su mezcla como argumento será un súper hit? Sería sensato pensar que no le ofreceríamos la más mínima oportunidad, porque en nuestra finita cabeza no caben fácilmente conceptos tan inabarcables. Sobre el universo tenemos muchas más dudas que respuestas.
¿Será porque un musculado señor con escudo o metido en un traje de a saber qué material indestructible o mordido por una araña salvan el mundo en el que vivimos? En realidad no puede ser el motivo, porque en ese mundo no vivimos. ¿Has echado en falta alguna súper heroína? Ponla tú. Como dice con acierto mi amiga M, son chicas haciendo cosas de chicos.
Quizá, aparte del humor, las coreografías o la estética, consumismos estos productos de ocio visual porque nos proponen buenos modelos, virtuosos si quieres, el hacer el bien para todos, defender al débil, luchar contra el mal. Sería bonito si fuera así conscientemente. Lo que desde luego es innegable, es que de multiversos, quizá no, pero de realidades paralelas sabemos un montón. Por esa parte no nos van a perder.
Basta cualquier conversación interna para crear un punto de divergencia a partir de un “si no hubiera dicho o hubiera dicho lo contrario”, “si hubiera hecho lo que no o dejado de hacer lo que sí”…
Anda mira, un súper poder. En lo que aprendemos a volver atrás en el tiempo para tomar una ruta alternativa, podíamos ir pensando en las consecuencias de cada sí, de cada no, de cada silencio, de cada acción. Así, a lo loco y por costumbre. Probablemente no consigamos salvar al mundo de terribles malhechores, pero quizá tampoco nos convirtamos en uno de ellos.