[dropcap]M[/dropcap]e gusta buscar escenas urbanas fijándome en la composición cromática, dejo que el azar determine el camino, y centro la intención del paseo en encontrar composiciones de color equilibradas, armónicas o estridentes queme llamen la atención.
Imagino que la aparición de la fotografía en color fue un dilema para los fotógrafos de la época, al tener que adaptar sus mentes a un proceso con nuevas variables compositivas. En más de una ocasión hemos escuchado: “Esta fotografía sí funciona en blanco y negro, pero no gusta en color” o viceversa.
Medir la luz, encuadrar, enfocar, elegir la velocidad adecuada o el diafragma ideal,son técnicas que toda persona puede dominar con práctica y experiencia. Pero la composición idónea de una fotografía requiere un conocimiento más profundo, y si es en color, para mí tiene un plus de dificultad.
Podemos recordar una fotografía o una película en blanco y negro, pero no es fácil tener fantasías sin color. Que sepamos la historia de la humanidad es en color, pero en mi generación ha sido tal la importancia del cine y de la fotografía en blanco y negro que asociamos la ausencia de color con historias del pasado evocando la nostalgia.
Crear una imagen trazando formas con luces y sombras, sacando texturas sobre el papel con una escala de grises del blanco más puro al negro absoluto, es un trabajo emocionante que requiere un conocimiento muy especial de la luz, y que va más allá de lo que nos pueden ofrecer los automatismos digitales.
La importancia del conocimiento del medio y del proceso no están reñidos con la inmediatez de algunos trabajos fotográficos. Una obturación puede durar una fracción de segundo, pero hacen falta años para aprender a manejar la brevedad de un clic.
El color vino con nuevos retos para la mirada fotográfica: el manejo de la dominante de color y la disposición cromática de los elementos compositivos, el ordenado de los colores pesados o ligeros en función del cromatismo y de la densidad de sus tonos… circunstancias que en el blanco y negro no eran tan relevantes, aunque también la disposición de los grises requiere atención.
Estas bases sobre el uso de la incidencia lumínica, el estudio del color y la distribución del espacio, ya estaban escritas por los clásicos de la pintura, pero había que adaptarlas a la técnica fotográfica, en la cual influían las propiedades de la película utilizada y los químicos de revelado. Hoy en día en la fotografía digital sucede lo mismo, con los sensores de las cámaras y el calibrado de los monitores o las tintas de impresión.
Llegar a la excelencia exige un gran conocimiento del proceso, en el mundo digital los avances son tan vertiginosos, que hay grandes fotógrafos que contratan personas expertas en edición fotográfica, las cuales reciclan sus conocimientos constantemente, para editar e imprimir con la máxima calidad técnica y aportar un valor añadido a la obra.
Obviamente, la calidad material requiere una inversión que no está al alcance de todas las personas, aunque sí es cierto que la fotografía digital a nivel amateur ha alcanzado un nivel de calidad óptima. Con una asequible inversión al alcance de casi todos los bolsillos, y con interés y dedicación se pueden realizar fantásticos trabajos fotográficos.
En mi recuerdo, cómo fotógrafo maestro del color, siempre está el nombre de H.S. Tomé, no pocas veces me explicó la teoría de la disposición de los colores en la composición fotográfica. Ojalá pronto podamos ver una retrospectiva de su obra.
El Blog de Pablo de la Peña, aquí.