El de colon es el cáncer con mayor incidencia actualmente en España. A pesar de que quienes lo padecen no suelen sufrir síntomas o molestias hasta avanzada la enfermedad, una detección temprana es fundamental a la hora de tratarlo. Por lo tanto, hay que observar una serie de señales que podrían indicar la presencia de esta patología.
A pesar de que los síntomas del cáncer de colon pueden pasar desapercibidos. Por tanto, tanto la prevención como el diagnóstico temprano pueden ser cruciales para una detección temprana. Además de observar cualquier tipo de síntoma que aparezca se recomienda someterse regularmente a algunas pruebas, especialmente a partir de una determinada edad. Esta recomendación cobra mayor importancia en los hombres, más propensos a sufrir esta enfermedad, así como si existen antecedentes familiares.
En cuanto a los síntomas que pueden tener como origen el cáncer de colon, el principal es la presencia de sangre en las heces. En este sentido, numerosas campañas preventivas han incidido frecuentemente en los análisis de las heces en determinados grupos de población. Asimismo, los cambios anómalos en la rutina intestinal, como estreñimiento repentino, diarrea reiterada o ritmo alterado también pueden indicar dicha patología. Por último, quienes sufren cáncer de colon pueden sentir fatiga constante, pérdida de peso sin explicación, dolor abdominal o necesidad de ir al baño tras vaciar el intestino.
Además de la prueba de las heces, la colonoscopia es la otra prueba principal para detectar la presencia de pólipos o lesiones en el intestino. En los casos de que existiera alguna anomalía, si se trata de una detección precoz, la tasa de supervivencia es del 90%. Los factores de riesgo que favorecen al surgimiento de esta enfermedad son la edad (principalmente a los mayores de 50 años), y condicionantes como el sedentarismo, el abuso del alcohol y el tabaco, el sobrepeso y la mala alimentación, especialmente cuando se abusa en la ingesta de grasas. Otro de los factores que influye, aunque en menor medida, son los antecedentes familiares y la predisposición genética.