Si en el inicio de la pandemia a los ciudadanos les dio por acaparar papel higiénico (fenómeno aún pendiente de ser explicado), con la guerra de Ucrania el artículo fetiche ha sido el aceite de girasol.
Tan denostado muchas veces, ahora se ha erigido como un artículo de deseo. Tan es así, que su precio se ha duplicado respecto a hace un año y centros como Mercadona ya lo racionan y no permiten a los clientes llevarse más de cinco litros por persona. En otra cadena de Salamanca como el Lidl, también se está arrasando con el aceite, pero aún no ha comunicado su racionamiento.
La escalada de su precio ha sido constante de unos meses a esta parte, pero con el estallido de la guerra en solo una semana ha pasado de 1,60 euros a 1,90 (ya solo está dos euros más barato que el de oliva), y amenaza con seguir subiendo debido a la invasión rusa de Ucrania, país del que procede el 25% de las importaciones españolas de este producto. Ha cundido el pánico y a ver cómo acaba esto.
Algunas empresas de distribución alimentaria están adoptando medidas de limitación de venta de aceite de girasol debido al comportamiento atípico del consumidor que se ha producido en las últimas horas.
Desde ASEDAS, Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados, se explica que la situación es la siguiente:
- La demanda anómala afecta a un número muy limitado de productos relacionados con el aceite de girasol procedente de Ucrania y existen alternativas tanto de origen como de producto.
- España es primer productor mundial en varias de las familias de productos que componen las categorías de grasas vegetales.
- La cadena alimentaria española es extraordinariamente eficiente y tiene suficiente capacidad para proveer al mercado de dichos productos.
- Las instituciones europeas, el Gobierno y los sectores más directamente afectados están adoptando medidas para paliar esta situación concreta.