Opinión

Hasta hoy la guerra no pasó del Telediario

[dropcap]N[/dropcap]o puedo imaginar que mañana tuviese que recorrer 3.642 Km. hasta Kiev, como refugiado de una guerra en España, en sentido inverso al que han recorrido las primeras familias de refugiados de la guerra de Ucrania, recién llegadas a Salamanca.

Es difícil empatizar para ponernos en la piel y el sentimiento de estas personas, apenas hace 15 días vivieron su último día casi normal, sin sospechar la situación que ahora están afrontando, aunque desconfiasen de los ficticios ejercicios militares del ejército ruso, que ya acordonaba parte de sus fronteras.

Una vez más la vida se vuelve del revés y parece que todo va contra corriente, hoy no está siendo lo que ayer se pensó que iba a ser, como dijo una mujer ucraniana: Ya no recuerdo nada de hace una semana, cuando mi vida era normal.

El impacto emocional es tan brutal, que la necesidad de subsistir borra cualquier recuerdo de bienestar, para mantenernos alerta de todo peligro. En mis cincuenta y siete años he visto muchos reportajes de guerra en la televisión, en la prensa y otros medios de comunicación, a cuál más doloroso e impactante.

Olas de refugiados asedian las fronteras de Europa, campamentos inmundos, donde las personas terminan siendo presas de la inoperancia internacional, prolongando el sufrimiento hasta el olvido, de esto pueden dar fe numerosas asociaciones humanitarias.

Con el velo del tiempo todo queda tapado hasta la próxima guerra, dejando la sensación de que será resuelto tarde o temprano, vidas paradas en barracones a la espera de una solución política y todo parece tan lejano, hasta hoy la guerra no paso del telediario.

En esta ocasión, la guerra de Rusia en Ucrania pone en alerta militar a toda Europa y eso provoca sensaciones de incertidumbre que ni con los Balcanes u otros conflictos próximos tuvimos, pues ahora la amenaza de Putin con un enfrentamiento internacional no es descartable.

Estamos viendo un éxodo masivo de personas huyendo del horror, mientras otra parte del pueblo ucraniano se queda a defender su territorio, afrontando la realidad de coger un fusil y disparar al invasor que amenaza su familia, su vida, su pueblo, su libertad.

Ojalá no tengamos que afrontar nada igual, algo impensable para nuestro estado de bienestar, que con más o menos desajustes nos deja espacio para reír y soñar, yo creo que el ser humano por naturaleza es solidario, pues a nadie le agrada verse reflejado en la desgracia ajena y esto motiva a ayudar.

Paseando por la calle San Pablo, vi dos carteles en la fachada del restaurante Casa Paca, priorizando en su mensaje una frase contundente: “No a la guerra”, la otra noche llegó el autocare que la empresa Hermanos Martin fletó para llevar ayuda a Ucrania y traer familias refugiadas, la Fundación Alcándara vinculada a Proyecto Hombre ha habilitado unas dependencias para recibir a estas familias.

Esta masiva solidaridad de particulares, empresas e instituciones en toda Europa para ayudar al pueblo ucraniano, enviando masivamente alimentos, ayuda médica, armas, etc… me hace pensar que  aunque sigamos con nuestro día a día, sabemos que estar a 3.642 Km de las bombas no es distancia suficiente para dormir tranquilos.

La posibilidad de que la confrontación armada pueda extenderse por toda Europa, no está desechada, no sé qué consecuencias tendría entrar en guerra con Rusia, ni que tragedia nos traería, pero tal vez nuestra única vía de escape fuese cruzar el estrecho a Ceuta y Melilla, para saltar la valla de Marruecos ilegalmente.

Todos Esperamos que termine esta tragedia lo antes posible y recuperar la convivencia que necesitamos para progresar en una sociedad donde los proyectos comunes son caminos sin fronteras.

El Blog de Pablo de la Peña, aquí.

 

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