[dropcap]V[/dropcap]olver al DA2 y coincidir con grupos transitando por las salas fue una experiencia reconfortante. Nos estábamos acostumbrando a unas exposiciones con poquitos visitantes, a recorrer los itinerarios escuchando resonar el sonido de las pisadas en medio de unas dependencias casi vacías. ¡Cuánto ha cambiado los hábitos esta pandemia!
El centro de arte celebra ahora su vigésimo aniversario. Dos décadas ya desde que, en abril del año increíble para la ciudad, el 2002, abriese sus puertas el Centro de Arte de Salamanca con esa extraordinaria exposición de obras procedentes del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Lieja. Pudimos ver expuesta obra de Monet, Pissarro, Ensor, Signac, Gauguin, Marc, Kokoschka, Picasso, Chagall, Marquet, Derain, Léger y muchos otros artistas de primer nivel.
No es de extrañar que hubiera colas para acceder al recinto y empujones de los impacientes que querían ver de cerca las pinturas. Durante 2002 las exposiciones de primer nivel se sucedieron. Después, a rebufo de la capitalidad cultural, siguieron otras que tuvieron repercusión internacional. Todavía hoy tenemos fresco el recuerdo de Comer o no comer o Barrocos y Neobarrocos, el infierno de lo bello. Eran los años que había dinero para conseguirlo.
El Centro nació con la pretensión de mostrar los ejemplos más destacados del arte actual de una manera dinámica, es decir con exposiciones simultáneas que no tenían por qué coincidir en el tiempo y la divulgación del desarrollo artístico a través de actividades muy variadas. Y así, más o menos, se ha venido haciendo desde entonces.
La crisis del 2008 y los recortes presupuestarios le fueron restando presencia internacional. Las movidas con los cargos, destituciones y sustituciones preteridas, tampoco le hicieron bien. El DA2 perdió protagonismo y el cierre temporal por la pandemia le dejó muy tocado. Así han estado también otras instituciones, pero el DA2, tiene la dificultad añadida de su ubicación, casi periférica,y solo recibe a los que quieren ir. Nadie se deja caer o pasa por casualidad. Por eso, aunque la masificación sea impensable, volver a toparse con grupos de escolares en un día de diario resulta gratificante.
Ahora, con El vértigo de la vida moderna, Paco Barragán conmemora los veinte años de la institución. Con este pretexto se vuelven a mostrar buena parte de los fondos de la Fundación Coca Cola y el propio DA2. Son obras ya conocidas, pero que con su disposición y agrupación alcanzan un significado novedoso que integra las evocaciones de las vanguardias históricas con las inquietudes de la sociedad actual. Hay quien discrepa de esta forma de exponer por contravenir la voluntad del artista, descontextualizar su obra y darle un sentido diferente. Sin embargo, a mí sí me parece original. Es una recreación a partir de lo ya creado y conservado, de manera que se le da una nueva vida y se reinterpreta de manera sorprendente para el espectador.
La visita al DA2 del aniversario, para concluir, nos da también la oportunidad de reencontrarnos con Isabel Villar y su aparente pintura naïf. Es una sensación refrescante, con los temas de siempre, inconfundibles, los que hacen de esta veterana autora salmantina una pintora de reconocido prestigio nacional.