La lista de la compra compulsiva se va ampliando a medida que se prolonga la huelga del trasporte originada por el encarecimiento del gasóleo tras el estallido de la guerra de Ucrania.
Primero fueron los carburantes los que mordieron el bolsillo del consumidor y luego la histeria hizo el resto en el supermercado.
Como Ucrania es nuestro principal vendedor de aceite de girasol sin saber cómo la gente empezó a acapararlo como si se fuera a acabar (el producido el año pasado, porque la cosecha de este aún no se ha sembrado), lo cual hizo triplicar su precio debido al acaparamiento pro temor a un desabastecimiento que no se ha producido.
Luego llegó la psicosis a la harina, como en la pandemia y en pocos días, a la leche, que vuela de las estanterías desde el pasado fin de semana al poco de reponerse.
Faltaba el protagonista de la pandemia, el papel higiénico, pero ya se pueden ver los estantes vacíos en los supermercados salmantinos.
Así las cosas, hay que madrugar para poder comprar leche, harina, aceite de girasol (sobre todo las garrafas de cinco litros) y ahora también el papel higiénico.