[dropcap]H[/dropcap]ace poco más de un mes, el Parlamento acabó con el Código de disciplina universitario dictado hace casi setenta años y que era la norma que regulaba las infracciones de los estudiantes y sus castigos en las universidades.
La convivencia universitaria se regirá por normas basadas en mediación y pactos para resolver sus conflictos y dentro de sus regímenes, también está el Reglamento de Disciplina Académica, que recoge faltas muy graves como novatadas, discriminación, acoso y violencia. Todo ello se puede llegar a castigar con la expulsión de dos meses a tres años o la anulación de parte de los derechos de matricula de quien o quienes realizan estas conductas. Aunque deja muy claro que no cabe mediación y se castigará de forma directa en casos de violencia de género, acoso y fraudes académicos.
Dicho esto, y dejándolo caer, vuelvo al tema de siempre, ese que nadie me responde y que el encogimiento de hombros simula una vil contestación. ¿Por qué se tiene que marchar una victima de acoso escolar de un centro educativo? ¿Realmente piensan que se acaba ahí el problema? ¿Cuánto tiempo tiene que vivir un niño, niña o adolescente el encogimiento de hombros de quienes toman decisiones no muy acertadas en el futuro de nuestros hijos e hijas?
Yo creo que ya esta bien de pagar consecuencias, mientras quien tienen que asumir esas consecuencias miran por la ventana de un despacho. Ya esta bien de tener que abandonar unos estudios o una ilusión porque pese más un cargo que la vida de alguien. Ya esta bien de romper familias, de robar infancias y de pagar la ineptitud de un sistema educativo insuficiente en el que el buenismo se instala y las buenas palabras tratan de hacer el resto.
La educación es un derecho para todos, no un privilegio y quizás quienes dictan las normas, deberían de adaptarse a los tiempos que corren, en los que dar consejos como saber perdonar y ser buenos, acaban trayendo consecuencias bastante graves para los que realmente lo son.
Entiendo que la Ley del Menor lo complica y que la educación es obligatoria hasta los dieciséis años, pero entiendan que las victimas de acoso escolar también tienen derechos fundamentales que son vulnerados día tras día, mientras en ocasiones los mismos derechos se convierten en privilegios para quienes acosan.