El cáncer gástrico o de estómago es uno de los tumores más frecuentes y letales del mundo. Estas altas tasas de incidencia y fallecimiento hacen imprescindible vigilar cualquier síntoma que pueda indicar la presencia de la enfermedad. Como en los otros tipos, cuanto antes se detecte y se comience a tratar un cáncer, se puede reducir la posibilidad de que se propague, así como aumentar las de curarlo.
Los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) indican que en 2020 se detectaron 1.089.103 tumores gástricos o de estómago. A nivel mundial se cobró la vida de 768.793 personas, siendo el cuarto con una tasa de mortalidad más alta. En el caso de España, murieron 5.000 pacientes. Estas cifras ponen de manifiesto la importancia que adquiere la detección temprana de estos tumores, especialmente porque en la mayoría de países occidentales no hay sistemas de cribado.
Por ello, es importante conocer en qué consiste este cáncer, así como los primeros síntomas que causa. En primer lugar, este tipo de tumores puede atacar a cualquier parte del estómago. A pesar de ello, la mayoría se originan en la mucosa estomacal. En cuanto a la sintomatología, el gran peligro de este cáncer consiste en que suele ser asintomático hasta etapas avanzadas. Sin embargo, alguna de las señales que pueden presentar los pacientes son indigestiones, pérdidas de peso sin razón, dolor abdominal en la parte superior, falta de apetito, cansancio anómalo, cambios en el ritmo intestinal y hemorragias digestivas.
Estas hemorragias pueden presentarse de diferentes maneras. Bien mediante vómitos con sangre roja o de color muy oscuro, o bien mediante sangre en las heces. Si bien los síntomas mencionados pueden indicar la presencia de este tumor, también pueden suponer otras enfermedades como gastritis. Por tanto, los expertos sanitarios indican que hay que acudir siempre a un especialista para que determine de qué se trata. Otra de las vías de detección del cáncer estomacal consiste en la exploración física, puesto que se manifiesta con nódulos en el abdomen, ganglios inflamados en la base del cuello y las axilas, o ascitis.
Por otra parte, los expertos también recogen una serie de consejos para tratar de prevenir la citada patología. En primer lugar, es esencial cuidar la dieta, siguiendo una alimentación con alto consumo de frutas y verduras frescas y reduciendo los salazones y ahumados. Algunos de los factores de riesgo son el tabaquismo o los condicionantes predisponentes, como antecedentes familiares o cirugías gástricas previas. Asimismo, consideran fundamental tratar las dolencias provocadas por la bacteria Helicobacter pylori.
El riesgo de desarrollar este tipo de tumores aumenta a partir de los 50 años, y alcanza su punto álgido una vez cumplidos los 70. Presenta una incidencia dos veces mayor en los hombres respecto a las mujeres.