[dropcap]E[/dropcap]stamos tan acostumbrados a tener asistencia sanitaria gratuita que no concebimos la posibilidad de que no sea así. Sin embargo, no siempre fue así, recuerdo perfectamente como mis padres vivían con la angustia de no tener dinero para afrontar cualquier enfermedad que pudieran tener sus hijos o ellos mismos. Cuando a través de las mutualidades laborales pudieron tener acceso a la Seguridad Social y a la asistencia sanitaria, fue un gran alivio y no menos descanso el que experimentaron. No está tan lejano en el tiempo, eso fue hace algo más de cincuenta años.
La sanidad pública es un bien y un derecho conquistado en la segunda mitad del siglo XX, antes no existía, como no existían otros derechos que se fueron adquiriendo. Con la llegada de la democracia se promulgó la Ley General de Sanidad y se creó el Sistema Nacional de Salud que ofrecía cobertura sanitaria universal para todos los ciudadanos. Ese que nos permite vivir más tranquilos de cómo vivió la generación de mis padres.
Nos hemos acostumbrado a la seguridad que significa tener la asistencia sanitaria garantizada, desde ese medicamento que usted utiliza que solo cuesta 1 euro, y que consumen millones de españoles cada día, a costes mucho más elevados como los tratamientos de cáncer que cuestan de media entre 6.000 y 36.000 euros por paciente dependiendo del tipo de tumor, o tratamientos hematológicos con células CART que pueden llegar a costar 300.000 euros, o intervenciones quirúrgicas como los trasplantes: uno de pulmón cuesta 83.436 €, de corazón 82.326 € o de hígado 72.495 €. No digamos ya el tratamiento de algunas enfermedades raras que pueden llegar a costar más de 1.000.000 de euros.
Es evidente que muy pocas familias podrían financiar esos gastos que hoy cubre la sanidad pública, pero la sanidad cuesta dinero que se financia con impuestos, por eso hay que tener claro que bajar impuestos pone en riego la asistencia sanitaria pública. Es obvio que ningún partido político plantea claramente acabar con la asistencia sanitaria pública, porque eso sería su tumba política, pero muchos se plantean acabar con ella utilizando una estrategia sibilina de acoso y derribo, una estrategia de deslegitimación en base a recortes progresivos que disminuyan la calidad asistencial hasta límites insostenibles, incentivando así que muchos ciudadanos contraten pólizas de seguro privadas.
Para aquellos ciudadanos que estén de acuerdo con privatizar la sanidad pública les recomiendo acercarse a una agencia de seguros sanitarios y preguntar el coste de pólizas con prestaciones ilimitadas, que es lo que ahora le ofrece la sanidad pública. No se van a asustar ustedes por el precio, que también, sino porque ninguna mutua les va a ofrecer una póliza de esas características.
Aceptando incluso la posibilidad de una póliza con menor cobertura, que excluya tratamientos muy caros, a medida que usted tenga más edad o enfermedades crónicas, que sea obeso, fumador, bebedor o tenga otros factores de riesgo para la salud, el precio de su póliza se va a disparar. A las mutuas solo le interesan clientes que sean rentables, que les permitan ganar dinero porque, para ellas, su salud no es un derecho, es un negocio.
Estos días los medios de comunicación y las RRSS comentan que Bruce Willis, que padece afasia, está liquidando su patrimonio inmobiliario para hacer frente a los gastos de la enfermedad que padece. Desconozco la veracidad de la información, pero, si es así, ¿se imaginan lo que le sucede a la mayoría de los norteamericanos que no tienen esa cantidad de dinero y tampoco tienen asistencia sanitaria pública? Difícil traspasar la puerta de un hospital sin entregar antes la tarjeta de crédito. Existe una serie de TV que refleja perfectamente el problema, se titula New Amsterdam, y cuenta las dificultades de un hospital de Nueva York que, en el paraíso del neoliberalismo y la medicina privada, pretende ofrecer asistencia sanitaria a quienes no tienen dinero. Si pueden verla no se la pierdan.
Para aquellos otros de ustedes que crean que no es posible perder el derecho a la asistencia sanitaria pública, que eso no va a suceder nunca, que son exageraciones, …les recuerdo que este, al igual que otros muchos derechos que hemos perdido en los últimos años, es un derecho que no está garantizado y que es preciso defender cada día y también cuando nuestro voto puede decidir quién va a gestionar la sanidad pública. Un eslogan acuñado en las mareas blancas dice “la sanidad pública no se vende, se defiende”. Pues eso: ¡Ojo y al loro!
3 comentarios en «La sanidad pública no tiene quien le escriba»
Creo que el artículo está muy bien… Hasta que empieza a ser tendencioso y claramente escorado hacia la izquierda.
Pasa usted de hablar de la importancia de la sanidad pública a decir que los partidos políticos que quieren bajar impuestos (como otro tipo de política económica) están dispuestos a terminar con la sanidad pública.
Me parece una fake new. Lo que se pide, por medio de algunos partidos, es reducir el gasto público en políticas absurdas, y así, poder mantener la sanidad y la educación gratuita.
O qué pasa? Que si el gobierno de turno decide que en vez de pagar un 49% hay que pagar un 96% de tu sueldo… ¿También diría que hay que mantener todo este bienestar social?
Se trata de tener buenos gestores y mientras los gestores estén mas preocupados de su asiento que de nuestra economía… Pasa lo que pasa, que el dinero de los españoles se malgasta y luego no da para las cosas realmente importantes.
Totalmente de acuerdo con usted.
Yo quiero que la sanidad siga siendo universal y gratuita, no necesariamente pública, pero sí eficiente y rápida.