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Opinión

Madrugar es de guapas y guapos…

Una persona medita al amanecer. Imagen. Pixabay.

Te doy la bienvenida a la columna yóguica de nuestra querida Crónica de Salamanca, gracias. Y hoy para empezar el mes de florecer, de las flores… el mes de mayo, lo hacemos con el despertador, porque como dice la Vecina Rubia: “Madrugar es de guapas”.

Levantarse temprano para hacer tu sadhana, tu rutina de yoga y meditación puede parecer muy friki, pero realmente si te llama un poco la atención te lo recomiendo. Yo personalmente lo he hecho alguna vez, pero no lo había hecho demasiado hasta ahora, con constancia y alegría. Estoy hablando de las seis de la mañana y ver amanecer.

Bondades del madrugue para tu práctica de yoga y meditación:

  1. Te aporta ligereza al cuerpo y a la mente.
  2. Y también ligereza al día que comienza.
  3. Aumenta tu energía.
  4. Vas a estar como con más ganas.
  5. Hay un silencio súper.
  6. Son horas de desconexión digital y nadie te va a mandar un WhatsApp.
  7. Por lo anterior, tu mente no está pendiente del móvil.
  8. Es un momento perfecto porque es SOLO PARA TI.

Total, que es madrugar y brillar. Realmente aprovechas un montón más el día y con otro espelde. Puedes hacer una práctica de yoga sintiendo cada día cómo estás y qué te apetece, es decir, ir escuchando cada día y variar; o también puedes hacer la misma práctica cada día.

Añade a cada rato matutino unos ejercicios de respiración (pranayama). Es un momento ideal para conectar con la respiración y comenzar el día relajando el sistema nervioso a través de la respiración.

Por supuesto, este espacio de madrugueo es ideal para realizar tu meditación. El mundo aún duerme y está silente. Te ayudará a concentrarte y estar presente. Comienza a clarear y es una pasada.

Y esto es importante, como dice Robin Sharma en su famoso libro El club de las cinco de la mañana: “Pon un cuidado excelente al iniciar el día y aprende a saborear la belleza sencilla”.

Que tengas un buen día y cuides tu energía. Recuerda el refrán “A quien madruga, Dios le ayuda”.

PD: Esta columna va dedicada a mi maestro Óscar Montero y todo su equipo. Gracias.

 

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