Ehsan Ullah Khan (Pakistán, 1947), líder activista internacional, fundador y presidente del Frente de Liberación del Trabajo Forzado Global, organización que se enfrenta a la esclavitud y al trabajo infantil en Pakistán y en el Sur de Asia, apela a la educación como el único camino para erradicar la esclavitud infantil, una lacra que, según advierte es mucho más peligrosa para la humanidad que la Covid.
ICAL. Ullah Khan, que participó este jueves en una nueva sesión del programa ‘Audiencias activas’ del Consejo Económico y Social de Castilla y León (Audaces), donde impartió un conferencia bajo el título ‘La historia de Iqbal Masih, símbolo contra la esclavitud infantil’, recalcó que una persona que sufre abusos durante su infancia nunca será un ciudadano pacífico, “será un peligro para la paz y para la sociedad”.
Tras 55 años luchando por acabar con la esclavitud infantil, tiempo en el que ha logrado liberar a más de un millón de niños y abrir en su país 250 escuelas, Ullah Khan ha tenido que pagar un precio muy alto, ya que además de perder su trabajo de periodista y ser encarcelado, también ha sufrido intentos de asesinato y ha tenido que exiliarse de su país. De todas formas, considera que su “responsabilidad como ser humano es lograr que la mayor parte de las personas vivan en unas condiciones dignas y en las que se respeten los derechos más elementales”.
Actualmente vive exiliado en Suecia. A pesar de todo ello, sigue predicando la no violencia: “Mi creencia es fuerte y creo que la tortura entraña tortura. Si torturas hoy, estarás sembrando eso mismo en el futuro”. En la actualidad trabaja junto con la Universidad de Salamanca para poner en marcha una fundación para combatir la explotación infantil.
Uno de los logros de Ullah Khan fue la liberación del niño Iqbal Masih, al que con diez años rescató de la esclavitud. Tras su rescate, Iqbal quedó bajo su custodia y se convirtió en el símbolo mundial de la lucha contra la esclavitud. Dos años más tarde, el 16 de abril de 1995, Iqbal Masih fue asesinado por la mafia, convirtiéndose esa fecha en el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil. Después, fue acusado de alta traición por el gobierno paquistaní por hacer propaganda negativa contra el Estado por sus denuncias de la esclavitud infantil, por lo que tuvo que exiliarse.
¿En qué fase se encuentra el proyecto para poner en marcha una fundación en España de lucha contra la explotación infantil?
Salamanca será la sede de una asociación sin ánimo de lucro que llevará el nombre de Iqbal Masih y que se sumará a la lucha para erradicar la esclavitud infantil y que en un futuro pretendemos que se convierta en fundación. Queremos que acoja la estructura jurídica para toda la causa por la que llevo trabajando 55 años. Entre los objetivos también figura la creación de un premio que llevará el nombre de Iqbal Masih, que reconozca el trabajo de personas e instituciones implicadas en la erradicación de la esclavitud infantil.
La esclavitud es algo que parece lejano para una sociedad como la española, ¿cuál es el factor clave para entenderla?
Había niños portugueses que solían ir a Andalucía a vendimiar y esta situación tiene que ver con el sistema educativo portugués, donde a los estudiantes que no son buenos desde el punto de vista académico, se les empuja hacia el trabajo, algo que va en contra de los derechos del niño. El trabajo y la explotación infantil es una realidad y, aunque no sean esclavitud propiamente dicha, también deben erradicarse.
¿Cómo pueden ayudar países como España a combatir este abuso a la infancia?
España es uno de los países más consumidores de productos elaborados por esclavos y son muchas las multinacionales dedicadas a la ropa que venden aquí y que fabrican en países asiáticos. Además de una reflexión personal como consumidores a la hora de elegir un determinado producto, y de pensar de dónde viene y qué manos lo han elaborado, también es necesario que el Gobierno apruebe una ley por la que se prohíba la entrada de productos manufacturados por niños en otros países y establecer sanciones para las marcas que les vendan. No estamos hablando de un problema local, es una prohibición que figura en la Convención de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, en la Declaración de los Derechos Humanos y también la propia Constitución Española. Es una violación internacional de un derecho.
¿Hay algunos países que estén más avanzados y cuenten con una legislación específica?
En algunos sitios como Suecia y Noruega se ha planteado un debate social, pero la realidad es que no hay ninguna legislación ni ningún mecanismo para prohibir la entrada de los productos elaborados por los niños.
¿Qué interpretación hacen de la esclavitud infantil las multinacionales? ¿Ha podido hablar personalmente con sus responsables?
Siempre niegan la realidad. Además de activista yo soy periodista y nunca he iniciado una campaña sin una investigación previa e intentando conversar con todos los actores implicados. A pesar de mis repetidos intentos de conversar con los máximos responsables, sus puertas siempre se han cerrado, tanto en España como en otros países. Estas multinacionales no siente ningún respeto por su país, dado que ni siquiera establecen sus fábricas en sus propios países para contribuir al descenso del desempleo.
¿Dónde queda la responsabilidad social corporativa de estas grandes multinacionales?
Su lema sería algo así como: ‘Me lavo las manos para engañar a los consumidores’. No hay que olvidar tampoco que, además, de la explotación infantil, la fabricación en masa que realizan provoca graves problemas medioambientales por los residuos que generan. Además, en otros casos los dueños de estas grandes empresas utilizan algunos de los miles de millones que ganan para comprar máquinas contra el cáncer que regalan a los hospitales y de esta forma tapar su vergüenza y callar bocas.
En 2023 se cumplirán diez años de la tragedia del Rana Plaza en Bangladés. ¿Qué ha cambiado tras aquello?
A pesar de los más de 1.100 muertos y de 2.500 heridos, no cumplieron sus promesas sobre las compensaciones a las víctimas y menos la de poner fin a la utilización de mano de obra infantil. Ni el Gobierno de Bangladés, ni los occidentales, quieren escuchar y corregir esta situación de explotación.
¿Ha recibido presiones de las grandes corporaciones?
En muchas ocasiones. En Suecia he tenido que cambiar de teléfono hasta en tres ocasiones por los mensajes constantes que recibía criticando mis campañas, y también puedo denunciar que en España tres periodistas fueron despedidos por informar y posicionarse a favor de mi lucha.
La irrupción del comercio digital parece estar aumentando la distancia entre el consumidor y el trabajador esclavo que produce lo que compra. ¿Qué opina al respecto?
El consumidor debería exigir a las multinacionales que se comprometieran a no explotar a los niños y a las mujeres en la fabricación de sus productos.
¿Qué opina del auge de la extrema derecha en muchos países europeos?
No es positiva para mi causa, dado que muchas de estas grandes empresas apoyan a este tipo de partidos extremistas. Sin duda, es un paso atrás.