[dropcap]E[/dropcap]l curso escolar está próximo a acabar y con el para algunos y algunas acabará una etapa robada en la que la mochila ha pesado demasiado y ha tenido unas consecuencias que sus bullies nunca sabrán o preferirán ignorar, como lo harán los que fueron parte de todo ello y decidieron mirar para otro lado. El daño ya está hecho y el olvido o aprender a vivir con ello será el próximo gran reto. Un reto que se acabará logrando, como grandes supervivientes que son.
Unos dirán que es aprendizaje, otros que la vida es así, cuando realmente ni una cosa ni otra serán ciertas. Nunca ni se aprende ni tiene porque ser así. El acoso escolar no hace fuerte a quien lo padece, ya son fuertes, la debilidad está en quien lo hace. Si algo les enseña es a no ser como ellos y ellas que se cruzaron en sus vidas, negándoles su niñez o adolescencia a golpe de imposición como auténticos matones barriobajeros que a veces demuestran ser.
Mirar hacia atrás mientras ves o te cuentan cómo eran y lo que han hecho con ellos y ellas, causa tanta ira que a veces quisiera no conocer su historia, mientras cierro los ojos tratando que la frialdad y la templanza vuelvan a mí.
La diferencia entre tener humanidad y no tenerla, es precisamente sentir. Sentir lo que pasa con los demás como si te pasara a ti, conlleva mucho desgaste emocional, pero también conlleva saber que nunca bajarás los ojos ante ninguna injusticia, ni ante nadie que trate de negarla o pretenda que bajes la mirada, aunque seas consciente de que los daños colaterales pueden arrastrarte, si es que te dejas.
Decir que no pasa nada, que todo está bien, que el maltrato en las aulas no existe, es negar lo evidente y, por cierto, quedar bastante mal a los ojos de otros países, que sí reconocen los problemas que tienen. Tenemos mucho documento bonito, pero enmarcado en un cuadro.
Se aprueban leyes que no se aplican. Son niños, niñas y adolescentes para unas cosas y no para otras. La transparencia no existe y las alfombras ya están desgastadas de tanto levantarlas.
Lo que para unos termina, para otros continua y para algunos comienza, mientras en el camino el reguero de victimas que el acoso escolar deja cada año, aumenta sin querer ser conscientes del gran problema que tenemos.
No porque no se vea, no existe. No porque no se denuncie, deja de existir y no porque el tabú trate de imponerse, dejaremos de hablar de ello.
Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying